La cultura y el asociacionismo en general no gozan precisamente de buena salud. El más que probable cierre de Museo de Arte Contemporáneo Costa da Morte de Corme, único de sus características en la comarca, representa el último desaguisado que prueba que algo no se está haciendo bien. Ya pasó en el 2011 con la colección cedida por Luciano García Alén al centro comarcal de Buño. En plena antesala de fin de año, a allegados del etnógrafo e investigador les dieron apenas 48 horas para recoger y embalar las 300 piezas que albergaba el museo, algunas de ellas únicas. No recibieron ni un gracias ni unas disculpas. Nada. La Costa da Morte está plagada de ejemplos de museos en los que se invirtieron importantes cantidades de dinero para acabar cerrados a cal y canto. La hemeroteca es la chivata perfecta de compromisos y buenas intenciones que acabaron en el limbo de las promesas incumplidas o guardadas en los cajones de algún despacho. Lo mismo sucede con el asociacionismo. Está de capa caída. Los percebeiros crearon a finales del 2022 una entidad que aglutinase los intereses del sector y con el claro objetivo de que esta actividad tradicional pudiese obtener el sello de Patrimonio Inmaterial de la Unesco. Pero la desunión del sector, las envidias y los recelos, los complicados entresijos burocráticos y la falta de una apuesta por parte de las Administraciones lastran a un sector que languidece a pasos agigantados. Ni en Muxía tuvieron este año Festa do Percebe en A Barca y la veterana cita gastronómica de O Roncudo de Corme se celebró por los pelos.