La trágica y absurda muerte de Jacinto Campaña

Rafael Lema

CAMARIÑAS

CEDIDA POR RAFAEL LEMA

De Camariñas al Valle de los Caídos

04 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El marinero Jacinto Campaña Martínez (Camariñas 1907- Luarca, Asturias 1937) fue un destacado anarquista, promotor y presidente en Camariñas del Sindicato de Oficios Varios SOV de la CRG-CNT desde 1932, concejal en la primera corporación republicana y uno de los fundadores del pósito de pescadores en 1931, del que fue vicesecretario.

Era presidente del SOV de Camariñas por su reelección en junio del 36, miembro del comité local en defensa de la República CDR, refugiado tras el golpe militar del 18 de julio de 1936 hasta que huyó por mar a Gijón en una dorna de vela, arribando en una zona de Asturias ocupada por los rebeldes, en las cercanías de Luarca. Allí fue fusilado, posiblemente el 10 de agosto, aunque no hay registro de causa ni figura en ninguna lista de procesados o ajusticiados. Siempre hubo varias versiones sobre el lugar de su captura y muerte.

A día de hoy puedo confirmar Luarca como su fatídico lugar de desembarco. Allí aún recordaban veinte años después incluso cómo había sido su espeluznante asesinato, del que ahora doy cuenta. En Luarca sus huesos fueron a parar a una fosa común, y fueron trasladados años después al Valle de los Caídos, como pude comprobar al hilo de mi investigación sobre el movimiento sindical local y el paradero de los cuerpos de los represaliados locales en 1936, trabajo entregado hace dos años en la alcaldía de Camariñas, con el objeto de rendir un homenaje a Campaña y sus compañeros sindicalistas de A Ponte do Porto, acto que se sigue demorando en el tiempo.

Se hizo firme su sentencia en 1941, aún oficialmente en paradero desconocido, pero ya bajo tierra. Acabó siendo indultado, otra macabra mueca del destino. Tenía 29 años durante los sucesos del 36.

Pescador, hijo de José y de Josefa, proletario sin más bienes que el inestable fruto diario de su trabajo en el mar, dejaba una viuda —Luzdivina Leis Rey— y dos hijos, el mayor de cinco años, «que carecen de bienes de fortuna dedicándose la mujer a trabajar en lo que puede y viviendo de su producto y de las limosnas que pueden darle». Sobre Campaña tuve la suerte en su día de recabar más datos gracias a su nieto Juan Calzas Campaña, fallecido en 2010. Eran hermanos de Juan Calzas y nietos del sindicalista: Luz Divina, Jacinto, María Esther y María Sonia. Su compadre José do Portughés fue uno de los que le ayudó. Era su mejor amigo y quien mantuvo viva su memoria, al igual que sus hijos. 

Empieza su calvario

Tras el golpe militar, una comitiva de guardias y milicianos, al mando del sanguinario teniente Santos, «limpia» el municipio en busca de los dirigentes miembros del CDR. Campaña era el objetivo en la capital municipal, pero fue advertido por su compadre, el comandante de puesto de la Guardia Civil Mariano Lera. Estuvo huido durante muchos meses por los montes del cabo Vilán. El hecho es que desde el 27 de julio estaba en busca y captura.

En agosto del 36, los familiares le consiguen una dorna a vela y comida, por lo que decide huir a Asturias. El bote a remo y con una vela iba en cabotaje, buscando marcas en la costa, cabos, costeando de noche para no ser visto, descansando de día, en dirección a Gijón, preguntando a los pesqueros que se encuentra en la ruta.

Alcanza Luarca y se cree en una zona libre, pero ya no lo estaba. La ocupación de Luarca por las tropas nacionales se produjo transcurrido menos de un mes del alzamiento: el general Mola entró en la localidad, procedente de Galicia, el 8 de agosto de 1936.

El dirigente anarquista, corresponsal del boletín Solidaridad y representante comarcal en los congresos de la CRG, al verse en la playa y creerse a salvo en la zona republicana, se acercó a un grupo de personas en el muelle con los puños cerrados y gritando «¡Viva la República!». Entre ellos había milicianos falangistas que inmediatamente lo prendieron.

Nada más se supo de él, se suponía que fue paseado aquel mismo día, quizás sin ni siquiera pasar por el centro de reclusión, similar a las checas rojas también salvajemente activas en la otra mitad de aquella España violenta y miserable. Incluso dicen que había recibido un tiro en el muelle, nada más pronunciarse con los puños enfrentados al modo anarquista. Esta última es la versión escuchada a los miembros del comité porteño que pude conocer y a algún veterano de las «trincheras» del muelle camariñán, cuando hace años mi hermano y, yo animados por Luis Lamela, el mayor investigador de la comarca, empezamos a hacer acopio de base documental.

Una persona en Camariñas sabía de su muerte desde el primer momento, el cabo de la Guardia Civil, y se lo contó a la mujer de Jacinto, pero pidió silencio. En sus informes testificó a favor de Campaña y dejó ver que se desconocía su fin. Pero el final de Campaña fue escuchado con toda crudeza en Luarca, en 1962, por su compadre O Portughés. El acto criminal aún era bien recordado allí por muchos testigos. Milicianos falangistas lo prendieron, lo pusieron cabeza abajo en un bidón lleno de agua y jugaron a disparar sus metralletas sobre el tonel, por cuyos agujeros salía el agua mezclada con la sangre del mártir. Tenemos la palabra de su compadre en boca de su hijo, un testimonio estremecedor.

El testimonio de Xosé de Barros  

Xosé de Barros Carril, Xosé do Portughés, conoce bien la historia de Jacinto por escuchar a su padre siendo joven. También recuerda a su mujer «vendendo froita na praza vella: acórdome coma se fose hoxe». Su esposa, Divina, era de Leis y había vivido en A Esquipa (A Ponte do Porto).

A él le contó su padre (Xosé o Portughés), el mejor amigo de Jacinto, que los falangistas vinieron a Camariñas en busca «doutro peixe gordo», pero como «tiña bos padriños franquistas» no lo pudieron tocar y Jacinto fue el chivo expiatorio, el sacrificado.

«Jacinto Campaña era compadre de mis padres, fue su padrino de boda y segundo primo de mi madre. Lo mataron en Luarca. Primero lo tuvieron en casa, se escondió dentro del pozo. El cabo de la Guardia Civil era el padrino de la boda de Jacinto y esposa, sabía que venían a por él, le avisó y le ayudó mucho» —aclara Barros— «El cabo visita con sigilo a la familia, llegó un día y les dijo: ‘hay que sacarlo del pozo, y que se esconda en la costa, pues les diré que esta noche vienen a por él, alguien dio el chivatazo’. Fue cuando se escondió una semana en Reira, luego en A Costa, a donde su mujer y las lecheras de Xaviña le llevaban alimentos.

«Lo cogieron, lo pusieron dentro de un bidón de agua y, con metralletas, hicieron un colador»  

Le prepararon con los días un bote con su vela y comida y se puso a la mar rumbo al norte, y como buen marinero llegó a la playa de Luarca». Costeando de noche, durmiendo de día, alcanzó Asturias, pero con mala fortuna «en aquellos meses antes de llegar él, esa zona estaba [ocupada] por los republicanos. [...] Hacía solamente dos días que estaba en manos de los nacionales. Fue cuando lo cogieron, lo pusieron dentro de un bidón de agua, con la cabeza para abajo, y con varias metralletas hicieron un colador del bidón, así fue el triste final del sindicalista Jacinto».

Xosé do Portughés fue testigo de otra anécdota que ratifica la tumba de Campaña, en alguna fosa común de Luarca. Por ahora no hemos podido localizar datos de su entierro y en 1941 la Guardia Civil seguía dándolo como desaparecido. «Mira como son las cosas: al cabo de los años, mi padre tenía una furgoneta para llevar gente, porque era taxista, y en el 1962 fue con una docena de personas, yo incluido, para embarcarnos en Gijón. Al llegar a Luarca paramos en una casa de comidas, el dueño preguntó de dónde éramos. Le respondimos: ‘gallegos, de Camariñas’. Fue cuando el señor contó el relato del pobre Jacinto, pero mi padre lo sabía, porque el cabo de la Guardia Civil ya le había dado la triste noticia en aquellos años y en el mismo mes, aún yo no naciera. Mi padre lo sabía, aunque nunca lo contó», recuerda Barros. 

Al Valle de los Caídos

El cuerpo de Campaña, por mis recientes investigaciones que forman parte de un trabajo inédito, estuvo en una fosa común de Luarca, de la lista del Ministerio de Justicia, código 1362/2009 ASTU, junto a otros 170 cuerpos. Fueron trasladados al Valle de los Caídos. Allí reposa el joven libertario de la rúa Tras Praia.