El silencio y la intención de oír

LUIS LAMELA

CAMARIÑAS

ANA GARCIA

GALICIA OSCURA, FINISTERRE VIVO | Llevamos tiempo volviendo la vista atrás, no con ánimo de venganza, sino por respeto a la dignidad de los represaliados

04 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El verdadero demócrata debe de estar en la oposición; debe de estar ejercitando la crítica, juzgando y a veces aplaudiendo...

El silencio, dicen, no es otra cosa que el abandono de la intención de oír. Y esa fue la actitud de las sucesivas corporaciones municipales de Camariñas para con sus naturales represaliados por los sublevados franquistas, hasta que su actual alcaldesa, Sandra Insua, decidió romper el mutismo: «Comprométome a que, desde hoxe, cada día 31 de outubro, honraremos o recordo destas persoas», recalcó en dos ocasiones frente a las dos placas colocadas en A Ponte do Porto y Camariñas, respectivamente, como recordatorio y homenaje a los asesinados a raíz del golpe de Estado de julio de 1936, oriundos del municipio. Después de encontrarse con una verdad insoportable, la actual corporación municipal de la localidad del encaixe celebró un doble acto para reconstruir la dignidad de nueve republicanos asesinados por los golpistas a partir de julio de 1936, en una sociedad, la de Camariñas, que parece escasamente interesada en la verdad histórica, en las piedras y placas que ya son una lista de ausentes. En fin, que ahora están aquí, que sobrevivieron al silencio de tantos y tantos años.

«Facémolo porque está un periodista (sic) meténdose sempre», me dijeron confidencialmente durante el acto de homenaje el pasado martes, 31 de octubre, ofrecido por las autoridades municipales a «los nueve asesinados» oriundos del municipio. Y es que llevamos mucho tiempo volviendo la vista atrás, no con ánimo de venganza, sino por respeto a nuestra actual democracia y a la dignidad de los que fueron represaliados.

La Memoria Histórica, referida al golpe franquista, comenzó a recuperarse en la Costa da Morte a raíz de la publicación de los libros Pepe Miñones. Un crimen en la leyenda (1991), y Crónica de una represión en la Costa da Morte (1995), emprendiendo con ellos un viaje en busca, entre otras cosas, de los muertos de la represión franquista, porque en aquel entonces intuimos que el pasado tenía que probar, constantemente, su existencia. Y a raíz de su publicación viví los homenajes ofrecidos a los represaliados en Corcubión, en Cee, en Fisterra, en Dumbría, Vimianzo...

En Corcubión, en el lejano año 1991, el alcalde Rafael Mouzo Lago, del BNG, dio un ejemplo a todos de cómo se debía recuperar la memoria de los represaliados, en su caso, la del diputado nacional por Unión Republicana, Pepe Miñones, al que su corporación nombró Hijo Predilecto de Corcubión a título póstumo, homenajes que se repitieron a través de años en diversas ocasiones, también por parte de corporaciones del PSOE, marcando en todo caso un antes y un después.

Otro ejemplo vivido fue el de Cee. La corporación municipal liderada por el alcalde del PSOE, Manuel Lamela Lestón, y con la oposición del Partido Popular, fue quién levantó un grupo escultórico que quiere recordar a los obreros de la fábrica de Brens —a los luchadores por la Libertad—, asesinados por los sublevados franquistas. Aunque, ahí quedó, y nunca más se renovó su memoria, ofreciéndole una calle que al parecer prometieron. Y, en Fisterra, además de dedicar una calle a su alcalde republicano «paseado», por parte de la corporación presidida por José Fernando Carrillo Ugarte, el Partido Popular se sumó a una iniciativa de varios miembros del Batallón Literario y otros jóvenes que se adhirieron a la misma, para organizar unas jornadas de homenaje y colocación de una placa de bronce en las cercanías de la Casa da Jerra. Por último, fue el concello de Dumbría el que organizó, a propuesta de la Comisión de Recuperación de la Memoria Histórica de A Coruña, unas jornadas para ofrecer un reconocimiento a los vecinos que fallecieron asesinados en el campo de exterminio nazi de Mauthausen. Y también los sucesivos actos en la plazoleta del Olvido, en Cee. En Vimianzo, el castillo fue el centro del reconocimiento histórico de los represaliados, con un pequeño monumento en su acceso.

Actos estos que sacaron a las víctimas del olvido, placas de bronce que representan un espejo delante de la sociedad actual y sus valores. No obstante, quizás convenga recordar que, paralelamente, hemos visto que dirigentes políticos de esta franja costera, de supuesta ideología progresista, estuvieron más interesados en sobrevivir políticamente que en la gran causa justa de recuperar la dignidad de los represaliados, poniéndose de perfil, viviendo su presente sin sobresaltos, en tanto la historia dormía y el PP negaba el derecho a la verdad y la memoria de los defensores de la democracia.

Si, así fueron las cosas, y todo ello es parte del retrato social de la Costa da Morte. Nosotros, hasta aquí hemos llegado. Misión cumplida... por el momento...