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Gaita e himno gallegos suenan en un templo de Kioto, Japón

Patricia Blanco
P. Blanco LA VOZ

CAMARIÑAS

Tras diez meses de estancia en Camariñas, la joven Haruna Chatani regresó a su tierra con cuatro panderetas y una gaita en la maleta

11 feb 2025 . Actualizado a las 16:04 h.

Estaba claro, porque así lo dijo también ella, que el vínculo de la joven japonesa Haruna Chatani con la Costa da Morte y Galicia no se iba a extinguir en el momento en que se subiese a esos aviones que, hace unas semanas, la llevaron de regreso a su país. Apenas diez meses asentada en Camariñas, ligada a agrupaciones como Vaiche Boa u O Cansorriño, le sirvieron para volver a su tierra sabiendo tocar la gaita y la pandereta, y no solo eso, sino cantando coplas en gallego, para admiración de vecinos, compañeros y docentes, como lo es la malpicana Icía Varela.

Haruna llegó a la villa del encaixe desde la ciudad de Hashimoto, en la prefectura de Wakayama, entre Osaka y Tokio. Además de con los consiguientes malestares del viaje por la diferencia horaria, arribó a Japón con una pequeña maleta en la que, habiendo dejando sus pertenencias en Camariñas, llevaba cuatro panderetas y una gaita. Desde su llegada a casa Haruna se ha resentido del frío, y también de la morriña. Pero, artista como todos la definen, y con una grandísima sensibilidad, no solo ha vuelto ya a pintar, sino que se ha atrevido con alguna clase de español y ha ido publicando vídeos donde toca la pandereta para niños y adultos, trementadamente divertidos, o interpretando el himno gallego en un templo de Kioto, tocando la gaita. «El otro día tuve la oportunidad de tocar la gaita en una exposición de una amiga mía, Yasuha, en el templo Ryuugan-lli de Kioto. Estaba muy agradecida por dejarme tocar mi gaita, rodeada de sus hermosas obras de arte. Gracias al maestro del templo, que me permitiera tocar música de una cultura diferente en un edificio tradicional japonés. Y también me hizo muy feliz ver a mis amigos sonriendo, intentando tocar las panderetas. Muchas gracias de corazón. Estoy muy emocionada porque nunca pensé que podría vivir esta experiencia», escribió Haruna en redes.

Aquí, en la Costa da Morte, quien conoció a Haruna no deja de sorprenderse con lo que hace. Menos de un año le sirvió para conquistar a todo un pueblo, al que llegó con solo 28 y sin saber nada de español (¡menos de gallego!). De hecho fueron más de sesenta las personas que se sumaron a una cena de despedida sorpresa que ella definió como el mejor día de su vida