
Integró el grupo Materia y después se fue a Londres con otra banda: ahora, es hostelero
04 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.El nombre de José María Fernández Castro (A Ponte do Porto, 1982) todavía sigue sonando a Materia. El grupo musical, con base en esta misma localidad, tenía su público fiel. De hecho, aguantaron la mecha del rock -evolucionando en estilo con los años, claro- durante algo más de un decenio, entre 1998 y el 2009, aproximadamente, según recordaba ayer quien fue voz y guitarra en la formación, el propio Fernández. Aquello era un proyecto de juventud, iniciado en la adolescencia al lado de Alfonso Solís, Sergio Mouzo y Manuel Moledo, y que después fue apagándose relativamente, dejando para el recuerdo conciertos como los de A Xunqueira (Cee), cuando fueron teloneros de Los Suaves, en una ocasión, y de Antonio Vega, en otra.
La música, pese a todo, nunca muere. «Da música sempre queda algo. Sempre se bota de menos», explica José María, quien después se iría a Londres para tocar en otra banda, String Theory (algo así como la Teoría de la cuerda). Allí pasó entre tres y cuatro años, siguiendo con ese gusanillo, pero a continuación decidió volver a su localidad natal. «Como a música non daba...», afirma. Se podía comer, claro, pero era tiempo de hacer algo más, de buscarse la vida de otra manera, de ir «gañar o soldo». En Londres, indica, la creatividad musical está muy bien potenciada. No es que aquí no lo esté tanto, pero son mundos diferentes. En esa misma línea de no renunciar nunca a la música, confirma que los integrantes de Materia todavía mantienen el contacto, y que en ocasiones hablan de «facer algo». No obstante, cuando ya esa pasión es un hobby y uno tiene otro trabajo -además, uno tan exigente como el de la hostelería, siempre cuesta más sacar adelante esos proyectos: «Non lle podes dedicar o tempo suficiente».
Hace ahora cosa de cuatro años, José María regresó a A Ponte do Porto, en compañía de su pareja, Sabrina Selva, natural de Nápoles (Italia), a la que conoció en Londres. Juntos, montaron en O Outeiro un peculiar local, La Tavernetta da Ponte. «Empezamos pouco a pouco», cuenta él. Es un proyecto que se mueve entre tienda artesanal, red de distribución, restaurante y vinoteca-tapería. «Máis ben, de todo iso, funcionamos como vinoteca e tapería», explica. Un rincón que merece la pena visitar para cualquiera que desee conocer (y probar) referencias de vino, así como un rincón para testar cómo pueden hacerse las cosas con imaginación. Dice José María que, tanto a Sabrina como a él, que también trabajó previamente en el sector, les gusta innovar. «Innovar tampouco exactamente, porque en realidade todo está innovado, pero si nos gusta mesturar a parte artística coas comidas», apunta. Conservando ingredientes tradicionales, tanto de aquí como de allí, dan una vuelta la propuesta. Así, tienen pizzas que sorprenden, entre otras muchas cosas, pero también pulpo, calamares, zamburiñas o raxo, por citar solo algo de lo que preparan: «Poñemos o noso valor engadido; tratamos de facer algo que sexa diferente».
En la línea de esa afirmación de que la música nunca se olvida ni se deja a un lado, en La Tavernetta dan cabida a sesiones en directo y también a la improvisación: «Sempre hai por aquí catro guitarras, un caixón ou un violín, sempre vén algún músico, pero é así, en plan máis ben informal». En plan foliada, como en verano, cuando a la terraza se acerca el grupo de gaitas, o también, pandereteiras: «Iso lévase dentro».
Con la experiencia de haber salido de su lugar de origen y de haber vuelto a él, José María dice que, tanto en un sentido como en otro, cuesta adaptarse cuando uno ya se ha acostumbrado a otra forma de vida. Más le debe costar, cree, a Sabrina, que después de 11 o 12 años en Londres, se ha afincado en A Ponte do Porto: «Sempre que podemos escapamos á súa terra, aínda que non tanto como ao mellor lle gustaría, claro». Aun así, dice que el turismo en Camariñas está avanzando bastante, por lo que reciben clientes de muchas nacionalidades, además de locales: «Temos a sorte de ter unha clientela moi boa».