
Diego González peregrina desde la semana pasada y espera llegar en el mes de agosto
25 jun 2022 . Actualizado a las 11:21 h.De todos esos caminos que conducen a Roma, Diego González, un vecino de 43 años del lugar de Xallas (Cee), ha elegido uno de los más históricos, la vía francígena, que empieza en la ciudad inglesa de Canterbury. Empezó la caminata no en las tierras de San Anselmo, sino más cerca de la capital italiana, en el Gran San Bernardo, en la parte italiana de la frontera con Suiza. No lejos del helvético San Mauricio, cuyo centro español celebraba el pasado fin de semana su 50 aniversario. Muchos de los socios son originarios de la Costa da Morte.
Diego empezó ahí, el viernes, la ruta repartida en unas 45 etapas, con lo que, incluidas las de descanso, espera llegar a Roma a principios o mediados de agosto. Y, ya en El Vaticano, aguardar poder ver al papa Francisco. Sabe que es complicado, sobre todo dadas las dificultades de movilidad que tiene últimamente el pontífice, pero a su favor lleva varias cartas de apoyo o recomendación, desde la del párroco de Cee, Desiré Koaukou, hasta un alto cargo de la catedral compostelana. Y después, si se siente con fuerzas, seguirá hasta Santiago de vuelta, también a pie, combinando de este modo una ruta xacobea. No es nada seguro, lo decidirá en agosto.
Por un accidente
Es un peregrinaje largo y duro, que nace de una promesa y de un accidente de una prima suya que había hablado precisamente de hacer el Camino de Santiago, y de hacerlo juntos. Pero las consecuencias de aquel siniestro fueron muy graves, y esa caminata no la puede hacer. Desde entonces, Diego se comprometió a hacer todos los que pudiera de Santiago, y ya ha completado largos tramos del francés, el portugués, el de Muxía y Fisterra, y otros...
Justamente ahora, que no trabaja desde finales del año pasado, se planteó la vía romana. Fue casi casual, hablando con otro primo, que está en Basilea, y que, pese a la distancia de unos 300 kilómetros del punto en el que arrancó, se comprometió a trasladarlo hasta allí, a la frontera. Dicho y hecho, en marcha está.
De momento, esta vía francígena la ve poco transitada. Tal vez más adelante, dentro de muy poco, al llegar a Ivrea, uno de los habituales arranques para muchos peregrinos, como aquí lo es Sarria u O Cebreiro. Hay albergues, pero sin la manera de trabajar del Camino de Santiago, y además desplazarse, comer y dormir no es precisamente barato. «A min non me importa o que gasto, o que quero é cumprir a promesa», explica. También le cuesta por unos problemas de salud que tiene desde hace mucho, pero eso es casi un motivo más de superación. Y todo en recuerdo de su prima, que tenía 21 años cuando sufrió el accidente.