Su cadáver su recibido en masa por el pueblo, con la corporación municipal al frente, como hijo predilecto

La Voz

CORCUBIÓN

22 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Tanto la generosidad como la humildad son virtudes propias de los individuos fuertes. Y, ese fue, sin duda, el caso de José Carrera Fábregas. Y según las crónicas de la época, el recibimiento que se tributó al cadáver en Corcubión fue digno de sus merecimientos. El pueblo en masa, sin distinción de clases, salió a esperar al automóvil que conducía el lujoso féretro de caoba con aplicaciones de bronce.

Se organizó seguidamente el entierro, presidido por la corporación municipal y demás autoridades locales. Del ataúd pendió una corona con expresiva dedicatoria de la corporación local al hijo predilecto de Corcubión. Y el sepelio tuvo efecto en el desaparecido cementerio viejo, el de A Viña, con carácter provisional hasta que, construidas las escuelas de la Fundación, pudiesen llevarse sus cenizas a la capilla, a una urna de mármol que fue presupuestada en 2.000 pesetas.

En fin, un emigrante que retornaba a sus orígenes en un traslado que me recuerda al de las cenizas del filántropo de Cee, Fernando Blanco de Lema, transportadas en manos del corcubionés Laureano Riestra Figueroa desde la iglesia de A Xunqueira a la urna que lo acoge hoy en la capilla de la Fundación por él creada.

Apertura académica en 1926

El edificio del colegio de José Carrera se terminó en 1926, aunque el permiso de apertura académica no llegó hasta 1931, pero hace ya bastantes años que el edificio construido con la herencia del filántropo está ocupado por el Concello y otros organismos públicos. Y, precisamente el 17 de julio de 2018, se cumplieron 100 anos del fallecimiento de José Carrera, una efeméride que pasó desapercibida para las instituciones locales que no quemaron ni un poco de incienso para recordarle. Así lo recordó el periodista Santiago Garrido en La Voz de Galicia del 28 de diciembre del citado 2018, en su trabajo titulado, Aniversarios o fechas redondas.