En la Morrab

Cristóbal Ramírez

FISTERRA

21 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Existen grandes diferencias entre Cornualles y Galicia. Una es que su Fisterra, el Land’s End, es un lugar que no llega a la suela del zapato al de estos lares. Otra, que aquí no tenemos masas de jubilados ocupando los espacios turísticos como sufren allí. Y una tercera, en fin, es la concepción de las bibliotecas, y por cierto, más humildes las suyas. Encaminé los pasos a la mítica Morrab, en el centro de Panzance. Situada en medio de unos jardines, deslumbra el noble edificio y uno entra con una ración extra de respeto. El interior se encuentra saturado de libros —el verbo está bien empleado— y utilizarlos implica un muy pequeño coste.

Lo interesante, sorprendente y envidiable es la historia, que cuentan con pasión: entidad creada por iniciativa privada en 1818 por fusión de dos viejos clubes de lectura (de damas y de caballeros), con el tiempo aparecen las bibliotecas públicas y esta se convierte en una charity sin ánimo de lucro para no tener que arrinconar sus magníficos y selectos fondos y continuar prestando un servicio. Se mantiene de cuotas de socios y de aportaciones de entidades, con pocos profesionales que cobran sus nóminas —Lisa di Tomasso, encantadora— y, atención, setenta (sí, ha leído bien, setenta) voluntarios en una ciudad de solo veintiún mil habitantes que constituyen no sé si el pulmón pero sí el alma de la Morrab.

«Los periódicos no están para hablar de los periodistas», decía un director de este diario. Permítanme hacer una excepción para mostrarme orgulloso de que tres de mis libros en inglés (universidades de Newcastle y A Coruña) sobre el Camino de Santiago estén a disposición de todos en esa excelente y entrañable librería que es la Morrab.