La Barca sigue sin retablo dos años después del devastador incendio

Juan Ventura Lado Alvela
J. V. lado CEE / LA VOZ

MUXÍA

Los protagonistas recuerdan sus sensaciones en aquellos momentos tan negros

26 dic 2015 . Actualizado a las 09:03 h.

Todavía no hay retablo en el altar mayor ni lo va a haber en una buena temporada. Dos años después del devastador incendio que dañó gravemente el santuario de Nosa Señora da Virxe da Barca de Muxía -ocurrió en la mañana del 25 de diciembre del 2013-, las paredes siguen rezumando humedad y, aunque ya hay alguna propuesta en marcha, carece de sentido colocar cualquier elemento de madera pegado a los muros, con lo que la restitución del que era el emblema de la basílica tendrán que esperar.

Algunos de los protagonistas de aquellos días, aquellos que vivieron la catástrofe en primera persona como implicados directos, reconocen ahora, con la vista en perspectiva, que se hicieron muchas cosas y rápido, pero combinan esa sensación con cierta amargura porque el resultado de la restauración no es el que esperaban e incluso auguran que traerá problemas serios en los próximos años.

El párroco, Manuel Liñeiro, recuerda que el 25 de diciembre del 2013 fue «sen dúbida e con moita diferenza, o peor» del tiempo que lleva como sacerdote en la localidad. Le vienen a la cabeza sensaciones de dolor e impotencia. «Era un mañá de chuvia, vento, fría, de moi mal tempo. A xente quería entrar para salvar o pouco que se podía e os bombeiros trataban de evitalo porque había verdadeiro perigo. Sentiámonos completamente incapaces de facer nada», relata el sacerdote, que ayer recibió en donación un cuadro que ni siquiera puede colgar por la situación en la que se encuentran las paredes. Liñeiro, aunque reconoce el trabajo efectuado, es especialmente crítico con la manera en que quedaron realizadas las obras. «A cuberta é moi grande e o tellado non ten canais. A auga, sobre todo no lado do vendaval, cae directamente pola parede, o encintado está marchando e entra para dentro», incide, al tiempo que destaca que tres meses de verano no son suficientes para que se seque toda la humedad acumulada en los muros durante el invierno.

Por su parte, el jefe de Protección Civil, Ramón Pérez Barrientos, que además está muy unido al santuario y a la romería de la Virxe da Barca, señala que la primera vez que le llamaron para alertarle de lo que estaba pasando pensó que «era unha broma». A la segunda no creyó «que fose para tanto» y ya en el lugar se empezó a temer lo peor, porque tal y como comprobaron después, la estación meteorológica de Vilán registró en esos momentos rachas de viento de 120 kilómetros por hora. «Cando vimos que se queimara o retablo, a xente xa se veu abaixo, porque era a alma da Barca», añade.

Desde su punto de vista, pese a la relativamente rápida actuación en Muxía, hay muchas cosas que «non se fixeron ben» y añade que cualquier empresa de la zona acostumbrada a trabajar en estos ambientes habría adoptado otras soluciones técnicas, sobre todo para evitar que el agua y el viento vayan a implicar nuevas obras en no muchos años.

El alcalde, Félix Porto, recuerda que el día anterior, el de Nochebuena, se había acostado «tardísimo» y cuando le llamó un miembro de Protección Civil para contarle lo sucedido, lo primero que le preguntó fue «se bebera» porque no daba crédito. Ya al pie del santuario, con dos móviles y varias baterías que no le daban abasto, atendió y realizó muchos cientos llamadas «dende para detalles pequenos ata para as cousas importantes». De hecho, muchas eran de gente que estaba fuera e «quería coñecer de primeira man o que pasara».

Respecto al desarrollo del proceso de restauración, él también advierte problemas y destaca que siguen «con esa inquietude» por el retablo, en el que espera «non levar unha sorpresa desagradable» como ya ocurrió con la obra. Por eso aguardan que no se cometan los mismos errores, que se escuche a la gente y que los técnicos puedan, así, darles argumentos convincentes.