Lucía Pazos: «Quero estar no europeo e iso pasa por lograr algunha medalla internacional»

Antón Lestón Lago
antón lestón CARBALLO / LA VOZ

MUXÍA

Lucía, con David Pérez, el presidente del club carballés
Lucía, con David Pérez, el presidente del club carballés .

Atletas del Atlántico | La yudoca muxiana se ha consolidado como una de las diez mejores europeas de su edad

20 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En el lugar de Merexo, de la parroquia de Ozón, en Muxía, viven poco más de cien personas. La probabilidad de que una de ellas fuese una de las diez mejores yudocas de su edad en toda Europa era ínfima y, sin embargo, ahí está Lucía Pazos (10/3/2006), rompiendo moldes. Para lograrlo no tuvo que irse muy lejos, pues todo comenzó al lado de casa. «Eu ía ao colexio de Os Muíños, eramos seis na clase de infantil e case todos ían a yudo como actividade extraescolar, polo que eu tamén me apuntei, con cinco anos». La joven recuerda que lo que más le llamaba la atención al principio era «que o yudo non era como o resto de deportes de contacto, dos que tes a visión de darse puñadas, patadas e todo iso».

Con el paso de los años fue mostrando un compromiso y un talento para los deportes del que ya se sospechaba por genética: su madre fue jugadora y entrenadora de voleibol en Camariñas y su tío es Juan Cabrejo, que llegó a militar en Segunda División. Quizá por ello, sus padres nunca le pusieron mayor impedimento ni sufrieron como otros al ver a su hija sobre el tatami, donde Lucía empezó a competir durante sus últimos años de primaria. «No primeiro campionato déronme por todos lados e agora véxome reflectida nos pequenos que adestro, porque ao principio nunca sabes competir ben», señala la muxiana. No obstante, más allá de aquellas primeras peleas, su progresión fue constante y meteórica, pues a los trece años ya se colgó una medalla de plata autonómica. La consiguió peleando ya para el Judo Club Bergantiños, afincado en Carballo, a donde David Pérez —su técnico desde aquellas primeras clases en Os Muíños— le aconsejó trasladarse una vez fundado el club.

No obstante, desde el 2020 vive y entrena en Pontevedra, pues allí fue admitida en el Centro Galego de Tecnificación Deportiva. «Unha semana antes da data límite, chamoume David e díxome ‘‘Lucía, tes que facer a maleta''. Eu pensei que se confundira e cando mo dixo non caía», recuerda.

Allí entrena todos los días — alguno en doble turno—, mientras que el fin de semana se prepara en Carballo y en donde le toque por la competición, pues su calendario está repleto de eventos. En el último mes, sin ir más lejos, acudió de entrenadora del club a los gallegos, participó en una concentración de la selección autonómica y compitió en dos citas de la Copa de Europa, trasladándose hasta Fuengirola y Zagreb. En ambas, además, se hizo un hueco entre las diez mejores de su peso (-57) en la categoría cadete, que en yudo alcanza hasta los 18 años. Y eso no es lo mejor, sino que en ambas pruebas terminó con la sensación de que podía dar más. «Repasando despois os combates, dinme conta dalgún erro que debo corrixir para seguintes eventos e que evitaron que loitase por medalla», advierte Lucía.

Este fin de semana tendrá una nueva oportunidad para conseguir un metal internacional, aunque más complicada, pues la selección gallega la ha invitado a competir en la Copa de Europa sub 21 que se celebrará el domingo 25 en Coímbra (Portugal). Precisamente, allí quiere volver en junio, ya que se celebrará el campeonato continental: «A miña ilusión este ano é estar no europeo, pero iso pasa por lograr algunha medalla internacional».

No es poco para una joven que sigue teniendo grandes problemas con los nervios antes de cada campeonato y que aún así está enamorada del yudo. «Podo ter un mal día no instituto ou no que sexa, que se fago un bo adestramento xa pasa a ser un bo día. Faiche desconectar absolutamente do resto porque tes a un rival en fronte e non vas estar pensando no mal que che saíu o exame de inglés», bromea. Actualmente cursa primero de bachiller en la especialidad de ciencias y admite un interés especial por la biología. Sobre su futuro laboral no quiere aventurarse, pues ya le sobran los retos para los próximos meses. El primero este domingo, cuando una niña de un lugar de 109 vecinos (2022) competirá contra las mejores de Europa.