Los becarios ya son marido y mujer

PONTECESO

De julio del 2018 a julio del 2022. Tras cuatro años de relación y una pandemia, Carolina Domínguez y David Pou, que se conocieron en La Voz, donde coincidieron en sus respectivos períodos de prácticas, se dijeron el «sí, quiero» en el pazo de Sergude

23 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En La Voz de Galicia surgió el amor. David Pou Villar y Carolina Domínguez González-Besada se conocieron hace cuatro años en sus prácticas de verano y acaban de formalizar su matrimonio en Ponteceso. Dos veranos para su historia, en el que saltó la chispa y este del 2022. Creo que si tienen un hijo le deberían llamar Julio, porque es su mes. En julio del 2018 se conocieron entre ordenadores y noticias. David había realizado el máster de periodismo de La Voz y llevaba ya dos semanas en la Redacción. Carol vino a A Coruña desde Madrid para realizar las prácticas de verano y cuando se conocieron sintieron algo especial. Ese cosquilleo que notas cuando encuentras un buen titular o al amor de tu vida. Durante la boda, La Voz de Galicia estuvo muy presente. Recordaron todos los momentos que habían pasado y cómo en esa Redacción encontraron el uno en el otro el reflejo de una vida juntos muy ligada a la comunicación. Tienen la espinita clavada de no haber podido hacer ningún reportaje los dos en el periódico, pero a partir de ahora pueden escribir su historia juntos con el titular de: «Los becarios ya son marido y mujer». Unos 200 invitados se dieron cita en el pazo de Sergude. Vinieron de diferentes partes de España y hasta de México para estar con ellos en un nuevo día de julio especial.

LAS NUEVAS BODAS

Eligieron casarse en la Costa da Morte porque la abuela de Carolina vivió en uno de los palacetes de ese pueblo y, aunque ahora siempre veranean en Laxe, este sitio es el más simbólico para ellos. Por cierto, la oficiante de Ponteceso fue la que dio paso a Carolina para besar al novio y no al revés. Me gustan las nuevas bodas. Antes eran sota, caballo y luna de miel. Ahora los novios cantan, la gente se hace fotos disfrazada, el aperitivo es interminable y solo te sientas para el postre. Lo único que se mantiene en las nuevas bodas es el amor, como el de David y Carolina, los becarios que se conocieron en La Voz.

EN EL FIN DEL MUNDO

Tengo la sensación de que los de fuera le dan más valor a Fisterra como lugar del fin del mundo. El otro día asistí a la puesta de sol desde el faro. Jesús Picallo, que gestiona con su hijo Jacinto el hotel O Semáforo, me contó cantidad de historias preciosas. Con un vaso de Lusco en la mano habló de la cantidad de personas que llegan hasta allí para despedir a un ser querido, para cumplir una promesa o como reto personal. Gente de todo el mundo y peregrinos sin nombre que muchas veces esconden vidas apasionantes. Cuando definitivamente se pone el sol brotan aplausos en diferentes idiomas desde todas las rocas del acantilado. Es pura magia. «Es que estas piedras transmiten una energía, unas vibraciones especiales. Nos lo dicen muchas personas, y es cierto», asegura Picallo. En las calles de Fisterra hay decenas de bicicletas con alforjas y la parada de bus está abarrotada de diferentes nacionalidades. Algunos emprendedores locales ya se dieron cuenta de este bum y aprovechan el tirón que tiene lo del fin del mundo, el final de la tierra, entre todos los visitantes. Hay que ir sí o sí. Es magia.