![El equipo del CNIO dirigido por Marisol Soengas](https://img.lavdg.com/sc/8REpHtr1kIZyVRXfsoPsHWQzhbE=/480x/2018/12/20/00121545321421470586462/Foto/GD20P27F2_165225.jpg)
Desvela que muchos procesos implicados en la metástasis tienen un coordinador global
30 may 2019 . Actualizado a las 18:31 h.El melanoma es el Ferrari de los tumores. Es lo que explica a partir de una lesión mínima en la piel de tan solo unos milímetros de grosor pueda derivar en metástasis desde los primeros momentos. Y su agresividad encierra una extraordinaria complejidad. Es el tumor que acumula el mayor número de mutaciones y alteraciones en su ADN, lo de que ya de por sí entraña una enorme desafío para llegar entenderlo, pero es, además, el que presenta más factores que afectan a la expresión de su genoma, un proceso en el que intervienen 1.500 proteínas. Tanto su generación como su vertiginosa expansión hacia otros órganos resulta casi indescifrable, porque aparentemente todo lo que lo rodea, desde su inicio a su progresión, ocurre de forma aparentemente caótica, ya que están implicados muchos procesos que ocurren simultáneamente, pero que no parecen guardar relación. Pero todo esto que se presuponía sobre el melanoma puede no ser así, sino que existe un nexo común. Y el protagonista no es otro que una proteína, la p62, que parece actuar como una especie de capitán general de la metástasis que coordina a través de mercenarios independientes la irrupción de la metástasis. Para ello recibe la ayuda fundamental de su lugarteniente, otra proteína, FERMT2, que nunca se había relacionado con la metástasis. Las dos podrían convertirse en un marcador pronóstico de la evolución de la enfermedad.
Es lo que ha descubierto el Grupo de Melanoma del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) en colaboración con el Hospital 12 de octubre de Madrid en una investigación publicada on line en Cancer Cell y que será portada del número de enero de la revista, una de las de mayor impacto en el ámbito científico. El hallazgo no solo abre la puerta para la utilización de biomarcadores que permitan conocer el pronóstico de la enfermedad, lo que posibilita aplicar unas terapias u otras en función del grado de riesgo, sino que también puede facilitar en el futuro el desarrollo de una nueva alternativa terapéutica para el tumor de piel más mortífero y para el que ahora, salvo las novedosas y costosas estrategias basadas en la inmunoterapia, aún no existe un arsenal médico que ofrezca todas las garantías. Y menos cuando ya se ha activado la metástasis, como le ha ocurrido recientemente al comentarista deportivo y exfutbolista Michael Robinson.
Implicada en procesos fundamentales
«Lo que hemos visto es que la proteína p62 está implicada en muchos procesos que son fundamentales para el desarrollo del melanoma y su metástasis, como la división celular, cómo se mueve, cómo invade a otros órganos...», explica la investigadora gallega Marisol Soengas, responsable del equipo que ha protagonizado el hallazgo.«Nos ha llevado ocho años de trabajo y fue muy duro y muy complicado, pero lo hemos conseguido», confiesa, aunque advierte que se trata aún de una investigación básica en la que habrá que seguir trabajando y que habrá que esperar tiempo para que los resultados se conviertan en una aplicación clínica. Pero lo que parece evidente es que se ha estrechado el cerco para definir la señal de identidad del melanoma, su código de barras, lo que resulta clave para poder afrontar nuevas estrategias terapéuticas. Lo que se ha hecho ahora ha sido poner caos en el caos del melanoma.
En principio, los investigadores exploraron la proteína p62 en el proceso de autolimpieza celular denominado autofagia, asociada a la formación de tumores y por el que las células eliminan componentes que ya no necesitan para extraer energía y continuar desarrollándose. Pero no observaron una relación. La sorpresa fue que se encontraron con un hallazgo mucho más importante del que esperaban, ya que cuando observaron biopsias de pacientes observaron que a mayor progresión del melanoma, más elevados eran los niveles de p62.
Para hallar la principal función de p62 en este cáncer, los científicos realizaron un completo estudio que empleó las tecnologías bioinformáticas más punteras para obtener la primera caracterización en detalle de p62 y de todos los procesos en los que está implicada, examinando la expresión de los genes involucrados (transcriptómica), la estructura y función de las proteínas (proteómica) y las interacciones que ocurren entre ellas (interactómica).
Gracias a este estudio integral descubrieron una nueva e inesperada función de p62: controlar la vida media de otras proteínas implicadas en la metástasis.«Ahora vemos que los procesos que creíamos independientes no lo son, sino que tienen un regulador común».
«Para nosotros, los patólogos, fue interesante encontrar que tanto p62 como FERMT2 están aumentadas en nuestros pacientes con metástasis de melanoma, porque hasta el momento no disponemos de buenos marcadores de progresión tumoral», destaca José Luis Rodríguez-Peralto, jefe de servicio de Anatomía Patológica del Hospital 12 de octubre de Madrid, coautor del trabajo. O, lo que es lo mismo, si las dos proteínas están alteradas, tanto la capitana general como su lugarteniente, los pacientes tienen un riesgo más alto.