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Estamos recibiendo con cada vez más frecuencia noticias de ciencia con impactantes descubrimientos. En el ámbito biomédico, terapias innovadoras, nuevos fármacos, test diagnósticos, nuevos biosensores y equipos son ejemplos que se publican en revistas científicas de impacto. Sin duda, abren importantes líneas de investigación futuras, pero hay que tener cautela: en su mayoría no podrán ser empleados. Esto puede ser por diversas razones: toxicidad de los fármacos, técnica poco reproducible, menor eficacia que productos previos, dificultad en su desarrollo, etcétera. La mayoría se quedarán en pruebas de concepto y en una publicación científica. Debemos, por tanto, tener una actitud crítica ante noticias impactantes, ya que pueden dar una visión distorsionada, pensando que pronto serán realidad. Es posible que lleguen en un futuro, pero no a corto plazo, y en muchos casos que nunca lo hagan.
Cientos de fármacos y técnicas se caen en las pruebas preclínicas, y muy pocas (si se ha tenido la fortuna de poder contar con financiación o apoyo de la industria) pasarán a los ensayos clínicos; tras pruebas y descartes, se van seleccionando los que parecen que podrían tener mayor potencial. Las agencias reguladoras son muy estrictas y requieren de pruebas fehacientes de su eficacia y mejora con respecto a lo que ya había. Por esto, la mayoría se quedará por el camino. Esto no indica que los pasos dados en la investigación hayan sido inútiles; muy al contrario, muestran rutas por donde tal vez no haya que continuar y la necesidad de nuevos abordajes.
Por otro lado, está la realidad de los que ya han sido aprobados, donde ya hay evidencias y, sin embargo, no tienen tanto eco. En todos los campos hay ejemplos, pero en el biomédico es muy claro: apósitos y catéteres perfeccionados, desfibriladores y marcapasos cada vez más pequeños, robots para cirugía, vacunas seguras y eficaces que nos protegen de diversas enfermedades, prótesis que mejoran la calidad de vida, lentes intraoculares que devuelven la visión a personas con cataratas, fármacos que curan de cáncer, inmunoterapia con anticuerpos monoclonales, células CAR-T y miles de ejemplos más. En todos estos ámbitos sigue existiendo innovación, pero ya con una evidencia real de su utilidad práctica. Por esto es clave saber distinguir entre evidencias y promesas.
Hay que incrementar la financiación en investigación, ya que en algún momento (no sabemos cuándo ni cómo) nos abrirá nuevos caminos. Y apoyar a la gente científica curiosa, pues sin ellos seguiríamos en las cavernas.