Salir a observar aves puede ayudar a la ciencia

Javier Morala FIRMA INVITADA

CIENCIA

Annaïs Pascual | EFE

23 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace 42 años, un familiar me regaló mis primeros prismáticos y mi mundo cambió. Siempre había estado interesado en la naturaleza, pero ahora las pequeñas aves en mi entorno, como carboneros, herrerillos o gorriones, aparecían con detalles inesperados, mostraban nuevos colores y comportamientos espectaculares. A día de hoy sigo disfrutando de esas mismas aves y de otras muchas. Lo mejor es que ahora sé que estas observaciones de personas de a pie contribuyen a su conservación.

Años después de esos prismáticos, decidí dedicar mi trabajo al estudio y conservación de estos animales fascinantes cuya línea evolutiva llega, según muchas teorías, hasta algunos dinosaurios con plumas. Hoy, numerosas especies están en peligro y la comunidad científica y los entusiastas de la observación hemos percibido un descenso generalizado de la fauna en todo el mundo.

Diferentes programas de seguimiento de aves de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, nacionales, europeos o mundiales, muestran cómo muchas especies de aves están desapareciendo de nuestros campos, jardines, bosques, montañas y mares. Todo ello hace que la cadena de los procesos naturales se vea afectada y que el ser humano al final tenga graves repercusiones. ¿Qué podemos hacer?

El primer paso es saber que existe un problema. Los cambios poblacionales de las aves y su evolución no son fáciles de detectar, y, aunque tenemos herramientas sofisticadas y ampliamente disponibles, hacen falta personas que ayuden a la comunidad científica a recolectar información.

Hoy disponemos de equipos de observación y fotografía de muy alta calidad, gracias a la tremenda evolución óptica, y guías de identificación cada vez más detalladas y completas. Entre esas iniciativas, el Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell desarrolló, mantiene y mejora una de las herramientas de registro, consulta y análisis de aves más completas disponibles en línea: eBird. Nunca se había dispuesto en el mundo de la ornitología de la capacidad de registro y estudio de las aves en tiempo real y, prácticamente, con datos de todo el planeta.

En estos días, The New York Times está llevando a cabo la iniciativa de ciencia ciudadana «Conoce a las aves de tu comunidad», donde personas de varias partes del mundo, con o sin experiencia en observación de aves, utilizan las plataformas de Cornell, registran sus avistamientos y así ayudan a la ciencia. La inmensa red de usuarios que cada día salen a ver y a contar aves generan datos muy valiosos que después pasan por un proceso de revisión por expertos de eBird para que posean la mayor calidad posible y sean utilizados por la comunidad científica. Así lo atestigua la gran cantidad de documentos científicos que se valen de la herramienta.

Merece la pena salir a ver aves, encontrar especies nuevas, ver nuevos comportamientos, saber de sus viajes, como el de ese chorlitejo grande, o Charadrius hiaticula, que, después de poder leer el código de la banderita que portaba, se supo que había llegado hasta el norte de España solo cuatro días después de haber sido visto a más de 2.000 kilómetros en el norte de Europa, cercano a donde se le puso una anilla para rastrearlo, en la costa oeste de Noruega.

Conocer esas historias, rastrear aves, sus rutas y locaciones es en parte posible por las personas que han aprendido del placer de la observación y satisfacer la curiosidad, como cuando era un niño con prismáticos nuevos. Ahora podemos hacer lo mismo, siendo de gran ayuda a la ciencia y las aves.