No conozco esta Coruña

Sandra Faginas Souto
sandra faginas CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

07 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

He vuelto. Pero no me puedo ir un mes de vacaciones que ya no reconozco esta ciudad, estoy perdida, muy perdida en este cruce de estilos y novedades que han ido creciendo por todas las esquinas. Hasta el punto de que solo siguiendo a mi GPS, o al PB, a Pablo Portabales, puedo ir poniendo un poco de sentido a todo este nuevo caos hostelero. Que si no fuera por él, que me va punteando uno a uno los locales que abren, no me entero de todo lo que está pasando. Me fui hace un mes y lo único que había cambiado era mi banco, así de un día para otro y tirado de precio; sin embargo en este agosto otoñal (podemos contar también julio, porque no asomé la cabeza por la ventana ni pisé la calle) parece que Coruña es otra. Hasta me han cambiado los Zaras de sitio, que eso es mucho cambiar: que si nos cierran unos, que si abren otros, que si este tiene 4.000 metros cuadrados, que si el nuevo Pull tiene escaleras mecánicas...

Así que el regreso ha sido como si hubiese llegado como una turista más en uno de esos trasatlánticos a este puerto desconocido, en el que sí hay un bar en cada esquina. Bueno, un bar no, bar es demasiado sencillo y corto; un lounge, un afterwork, una gastroteca, un bread & coffee, una bakery shop... ¡Cómo está Coruña! Mi má... Si me lo llegan a decir cuando empezaba la ruta de los vinos en El Quijote no me lo creo. Aún había serrín y se tomaba en cunca aquel Ribeiro turbio, que por algo le pusimos ese adjetivo que desenfocaba la noche desde el primer grolo. Entonces nos parecía que la calle de la Estrella estaba iluminada de gente, pero estábamos equivocados. Es ahora cuando se ha producido la explosión, cuando una no puede dar un paso sin que le cuenten que acaba de inaugurarse un sitio «chulísimo» para tomarse algo, en esa tendencia en que lo hipster parece reseso. Estamos en el paso siguiente ya. En un punto más, en que somos clientes Michelin que nos papamos todo (los más jóvenes, por favor, que interpreten este verbo en sentido literal) y con otro gusto. Porque a los coruñeses con tanta novedad nos han cambiado el paladar, que ahora comemos en bol y con palillos como si lo hubiéramos hecho siempre. O con las manos, que es lo último en las tabernas modernas en las que no hay cubiertos. Así que en esas estamos, en esta new age coruñesa, en la que todos sabemos beber cócteles, conocemos el último vino y nos admiramos como estetas en esta nueva decoración a la que ya nos hemos acostumbrado, porque a lo bueno es muy fácil adaptarse. Y aunque nos ha entrado un punto resabiado, como si aquí esto lo hubiéramos visto de toda la vida, los CTV saben como yo que este decorado no lo teníamos hace unos meses, que lo «gastro» nos sonaba a prueba médica. Pero ya no hay vuelta atrás, Coruña ha tomado otro rumbo callejero, cojan la brújula y no se lo pierdan.