La Ciudad Vieja cumple dos años sin coches, pero continúa dormida

Xosé Vázquez Gago
Xosé Gago A CORUÑA

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

La mayor parte de las medidas del plan de revitalización para el casco histórico de A Coruña continúan pendientes

29 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La Ciudad Vieja «no tiene visos de avanzar, quizá a largo plazo, en el año 5.058 o así, empiece a moverse» dice con ironía Adolfo López, presidente de la asociación de comerciantes Aceca, cuando se cumplen dos años de la peatonalización del barrio. La misma sensación tiene Pedro Roque, presidente de la asociación vecinal María Pita, la más veterana de la zona: «Tenemos el mismo abandono que siempre».

La Ciudad Vieja es el barrio con más dependientes y hasta el 2016 era el más envejecido de A Coruña. Fue adelantado por los Mallos, Sagrada Familia y el Agra, pero la diferencia es mínima.

Las dos entidades han tenido sus diferencias por temas como la Feira das Marabillas, pero coinciden en el diagnóstico: Los problema de siempre siguen ahí, y la salida de los coches, por sí sola, no ha bastado para arreglarlos.

Roque dice que sigue habiendo «un 35 % de viviendas vacías», y que sin población no es posible un repunte del comercio. Añade que «al salir los coches se ha visto el estado del barrio», con calles ávidas de mejoras. «La Administración tiene que hacerse cargo del espacio público y cuidarlo, porque ahora mismo la zona no invita a nadie a venir», insiste.

Roque teme que el casco histórico se convierta en un barrio solo de copas, como casi llegó a ser en los 80, lo que a su juicio aún dificultaría más fijar población o el desarrollo del comercio.

Adolfo López coincide en que el deterioro está tan avanzado que la única salida de futuro pasa por la Administración: «Para que alguien apueste por el casco histórico tiene que haber una iniciativa profunda de la Xunta y el Ayuntamiento, tienen que actuar de forma coordinada con un presupuesto y con fechas claras». Ambos están a la expectativa de los efectos que tenga en el futuro el plan Rexurbe de la Xunta.

López no es contrario a la peatonalización de los Cantones, pero advierte del impacto que tendrá en el casco histórico si no se toman «medidas paliativas», es decir si no se mejoran los servicios de transporte público para facilitar el acceso hasta el barrio.

Ambas entidades defendieron durante décadas el fin del tráfico en la Ciudad Vieja, que fue uno de los últimos cascos históricos gallegos liberados de coches.

En el 2014, el gobierno local del PP aplicó las primeras restricciones, pero el cierre total de la circulación, previsto para el 2015, se retrasó hasta el 2018 tras el cambio en el gobierno local.

López vincula el proceso a una «cuestión política», que relaciona con las elecciones locales y critica, como Roque, que las medidas anunciadas para revitalizar el barrio no se concretaron.

El anterior ejecutivo de la Marea no llegó a ponerlas en marcha en el año que le quedaba hasta las municipales de mayo del 2019. El nuevo gobierno local del PSOE modificó el proyecto en octubre, tras varios encuentros con las distintas entidades del barrio.

La entrada en vigor del presupuesto en febrero impidió las inversiones hasta entonces, y el coronavirus volvió a echar el freno.

Las inversiones pendientes

El gobierno local ha llamado a las entidades del barrio a una reunión el 10 de julio. El ejecutivo local recuerda además que la licitación de la calle Nuestra Señora del Rosario está en marcha, también están en proyecto la rehabilitación de la Casa de la Veeduría, la reforma de las calles Cortaduría y Damas; y recuerdan que en otoño se ejecutará la mejora de San Carlos. Debe ser el principio de la esperada revitalización.

Comerciantes y vecinos reclaman un sistema para vigilar la entrada de vehículos

Aunque la peatonalización lleva dos años aprobada, en la Ciudad Vieja sigue habiendo bastante tráfico, coinciden Pedro Roque y Adolfo López. «No es posible moverse con seguridad al 100 %», señala el presidente de los comerciantes, que es partidario de poner alguna medida de control de acceso similar a las que funcionan en otros cascos históricos. Roque recuerda que en Santiago llevan años funcionando bolardos automáticos. «No somos partidarios de que se multe a nadie -dice-, pero es necesario que haya algún control».

El plan original de peatonalización de la Ciudad Vieja del 2014 preveía instalar cámaras de control de matrículas, pero cuando se cerró el barrio al tráfico no se puso ningún tipo de barrera, y la Policía Local tiene que hacer barridos ocasionales para sancionar entradas indebidas de vehículos.

Sin un mecanismo de control, señalan, muchos conductores alargan el tiempo de estancia que tienen en el barrio, o incluso van por dirección contraria al saber que hay menos tráfico.

Pese a los dos años de peatonalización, los coches siguen preocupando. López es partidario de implantar la ORA en algunas vías próximas para facilitar la rotación. Roque, por su parte, reclama cambios en la circulación en el entorno del Abente y Lago y también en la subida del Metrosidero hacia la Maestranza.

El presidente de la asociación vecinal también plantea que es necesario reordenar el entorno de las dos parcelas del Ministerio de Defensa, en el que hay coches que circulan por encima de las aceras y que continúan sin unos niveles mínimos de urbanización.