Lleva 25 anos trabajando en la joyería familiar
15 feb 2021 . Actualizado a las 12:16 h.Charlamos justo después de que haya atendido a un joven que adquirió un regalo para su pareja, «Los hombres enamorados son de comprar a última hora. Cada vez tienen más miedo a fallar y casi todos vienen a tiro fijo a por algo que ella le dijo. Deberían arriesgar más. Aunque las mujeres son las que más entran y se llevan cosas para sí mismas o para amigas», analiza Belén García Torres, propietaria de la joyería García de la avenida de Oza, fundada por su padre, Blas García, en 1960. Antigua alumna de las Esclavas, de pequeña quería ser escritora, pero «estudié Empresariales y en 1996 empecé a trabajar en la joyería familiar, aunque era algo que en un principio no contemplaba. Estuvimos en varios bajos por la zona, y desde el 2015 estamos en el número 20. Dentro de poco vamos a pegar el cartel de liquidación, pero no porque vayamos a cerrar, que espero estar aquí muchos años, sino porque van a hacer obras en el edificio y nos afecta a parte del bajo», relata. Es de estas personas que parece que la conoces de toda la vida aunque solo lleves cinco minutos de charla y con mascarilla FFP2 de por medio. El mes de diciembre cumplió el medio siglo de vida, pero asegura: «Cumplí los 50, pero por dentro tengo veintipico».
El comercio de barrio
Una señora entra en la tienda para saludarla, otra que pasa por delante le dice adiós... «Los ciudadanos necesitan el comercio de barrio. Hacemos de psicólogo de muchas personas. Me cuentan cosas y sé escuchar. Es entretenido, no todo es despachar. Hay gente que su ocio es ir de compras. Creo que vendrá una moda vintage en la que se impondrán los pequeños negocios de barrio. Somos los que ofrecemos cosas diferentes. Aunque esta joyería lleva abierta desde 1960 nos adaptamos a los tiempos actuales. Hasta llevamos a casa pedidos que nos hacen por WhatsApp o Instagram», analiza Belén, que da la sensación de que no se estresa por nada, incluso cuando el móvil le suena insistentemente. Tiene dos hijas de 16 y 14 años y sabe que una de ellas es la que no para de marcar. «San Valentín lleva años que no funciona bien. Aunque esta vez es distinto porque no puedes ir de cena romántica a un restaurante ni hacer un viaje. Lo que no te gastas ahí, lo empleas en una joya», comenta. Lo que más se vende son los pendientes. «Yo no puedo salir sin ellos de casa. También llevo reloj automático», comenta mientras me muestra la muñeca. Es curioso, la pandemia también afectó a la venta de una manera curiosa. «Se dejaron de vender anillos por culpa del gel hidroalcohólico. Aunque al oro y a la plata no les afecta, la gente empezó a pensar que se les estropeaban si estaban en contacto permanente con el desinfectante», asegura la experta.
Poca tecnología
Se declara positiva, alegre y «una persona normal. Me gusta lo de todo el mundo, leer, escuchar música y ver series. Creo que no me queda ninguna. De las últimas me parecieron muy buenas Gambito de dama y Line of duty». Dice que es muy indecisa, que le da mil vueltas a las cosas y que es un poco dispersa. También le cuesta seguir una receta. «Me sale muy bien la tortilla con patatas Bonilla», confiesa sonriente. No es de hacerse selfis con las amigas, ni de subir fotos a las redes sociales a no ser que sea algo de la tienda. «No soy nada tecnológica y no estoy metida en redes sociales, aunque para el negocio lo vamos a potenciar», avanza. Tampoco es muy deportista, pero en su juventud fue jugadora de baloncesto en el Tabacalera. «Era malísima, pero la mejor animadora del banquillo, Ahora camino mucho y muy rápido, pero no tengo tiempo para más». Son las seis de la tarde y es la hora de cerrar debido a las restricciones. «Creo que nos tenemos que acostumbrar a esta situación e ir saliendo adelante cambiando nuestros hábitos», analiza la propietaria de un negocio fundado doce años antes de que ella viniese al mundo. «El nombre de García me parecía poco glamuroso y se lo iba a cambiar, pero como venía de atrás...», asegura esta mujer a la que le gustan los Red Hot Chili Peppers y el Turnedo de Iván Ferreiro.