—Es el quinto año, la propuesta ha funcionado bien.
—Ha tenido una repercusión enorme, y no solo en A Coruña. Muchísimas compañías de toda España quieren venir. Cuando estamos actuando en otras ciudades me preguntan si soy yo el que hace teatro en la playa y qué hay que hacer para participar. Me preguntan incluso si eso es cierto, no se lo creen.
—¿Qué hace que ese marco de San Amaro sea tan especial?
—Diversos factores. La ausencia de oleaje, la posición del graderío, la acústica, porque el sonido rebota de maravilla... Si alguien se propone construir un teatro en un espacio natural tiene que pasar por allí para ver cómo hay que hacerlo. Actuar con el Atlántico a tu espalda, de noche... Es una experiencia única tanto para el público como para los artistas. Tuvimos que aprender sobre la marcha, no hay a quien preguntar cómo se hace teatro sobre arena.