Los okupas frenan la construcción de un súper en el antiguo edificio del Club Financiero de A Coruña

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

La cadena alimentaria, que alquiló el terreno, tiene ya todas las licencias para edificar

28 jun 2023 . Actualizado a las 11:27 h.

Una deuda que superaba de largo los 300.000 euros hizo imposible mantener las lujosas instalaciones que el Club Financiero Atlántico tiene en el número 76 de Salvador de Madariaga. La propiedad, para sortear el agujero económico que se hacía cada vez más grande, decidió en verano del 2021 poner a la venta el solar y el edificio. Finalmente, aceptaron una propuesta de arrendamiento por parte de Mercadona, que pretende derribar todas las instalaciones para luego construir un gran aparcamiento bajo tierra y levantar dos plantas. El alquiler acordado por los accionistas del club tiene una duración de 40 años por una cantidad que ronda los 20.000 o 25.000 euros al mes. Habrá, además, opción a compra una vez que esté el inquilino asentado.

El Ayuntamiento ya le otorgó todos los permisos. El problema es que la cadena alimentaria está atada de pies y manos porque las instalaciones están okupadas por unas diez personas. Que además tienen atemorizado a todo el barrio de Matogrande.

Ya no importa el pésimo estado del edificio, destruido poco a poco en estos tres años que han pasado desde que el Club Financiero Atlántico cerró sus puertas apenas unos días antes de la declaración del estado de alarma que confinó a la población a causa del covid-19. El inmueble, en ese tiempo, sufrió varios incendios y saqueos. Por ahí pasaron decenas de okupas, que fueron agujereando el cierre perimetral, dando pie a que el trasiego de personas, la mayor parte de ellas delincuentes, fuera constante.

Made with Flourish

Lo que queda ya no vale nada.Todo es para tirar. Nada es recuperable. Solo queda empezar a destruir para luego construir. Para Mariano Gómez-Ulla de Irazazabal, el último presidente que tuvo el Club Financiero, «es una auténtica lástima que el que fue el mejor club de España esté en esas condiciones», así como el hecho de que Mercadona «no pueda comenzar a levantar un gran supermercado debido a la okupación, pues para acometer las obras antes habrá que presentar una demanda para desalojar a las personas que ahí habitan». 

Un pasado glamuroso

Gómez-Ulla dice no poder olvidar «lo que una ciudad como A Coruña perdió con el cierre de ese importantísimo club, un referente». Rodeado de multitud de plantas, en un espacio cercado con un elegante muro de piedra, se erigió en 1989 el imponente edificio blanco que albergó durante muchos años exclusivos eventos y actividades entre empresarios, que también acudían al lugar a realizar todo tipo de actividades. Gimnasio, piscina, peluquería, lavado de coches, pistas de squash y restaurante eran solo algunos de sus servicios.

El actual accionista mayoritario de la sociedad es Esteban Vales Rey. «Compró entre el 50 y el 60 % de las acciones del club. Las adquirió mediante una subasta y por lo tanto, ha utilizado su dinero para invertir y tiene que obtener una rentabilidad», indica Gómez-Ulla.

El desalojo de esas instalaciones es lo único que ahora frena la construcción del supermercado. Y no será fácil. Tendrá que ser un juez el que lo permita y, una vez ordenado el lanzamiento, enviar a la policía para proceder a la expulsión de los que allí viven. Pero eso no será lo más complicado, según fuentes jurídicas. Lo peor es sellar todos los huecos que le fueron haciendo al edificio y a la valla exterior para evitar que vuelva a ser okupado en el tiempo en el que tarden en comenzar las obras.

Comerciantes de Matogrande reúnen cerca de 500 firmas para exigir seguridad

Los vecinos, comerciantes y hosteleros de Matogrande lo tienen claro: «La oleada de robos que sufre el barrio de Matogrande desde hace unos meses es por culpa de los okupas del Club Financiero». Aunque calculan que son unas diez las personas que lo habitan, los conocen a todos «porque se pasan el día dando vueltas para pedir, atracar o robar», según un hostelero.

Algunos ya les tienen mote, como el «delgadito», el «pequeñito» o «el ojos de rana». Es raro el día «que no se pongan a merodear por los alrededores de un negocio hasta que comprueban que el empleado está distraído o trabajando en otra esquina para entrar y llevarse algo».

Aparte de la mala imagen que da verlos pedir por las terrazas, «algunos lo hacen de muy malas maneras». El dueño de una cafetería dice que está «cansado de que molesten a los clientes. En lo que se toman un café, hay tardes que los abordan tres personajes distintos».

No solo en los negocios se sufre su presencia. También en los edificios. «No hace mucho entraron en un garaje y lo único que se llevaron de un coche es el mando de la puerta. Con él pudieron entrar al día siguiente y desvalijar varios vehículos», destaca un vecino.

El problema afecta a todos y a través de un grupo de WhatsApp se alertan de cualquier incidencia. Sostienen que la solución pasa por incrementar la vigilancia y vaciar de okupas la antigua entidad financiera. «Desde que están ahí, el barrio se ha vuelto un desastre», dice la dueña de una tienda. Por el momento, ya han reunido 500 firmas que llevarán a la Delegación del Gobierno en señal de protesta.