La okupa que abandonó tres perros en un piso de A Coruña tras varios meses sin pagar el alquiler solo abonará una multa
A CORUÑA
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Tras ser desalojada, acudió durante medio año a escondidas una vez a la semana a darles de comer ante la desesperación de los vecinos
22 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Una pareja alquiló en el 2018 un piso en el número 239 de la ronda de Outeiro. Ahí empezó la pesadilla para los vecinos, pues tenían que soportar los ladridos de cinco perros, los gritos de sus amos día y noche, así como un hedor que se percibía desde el primero al octavo. Malo para los que allí residían y malo para los propietarios, pues se las vieron y desearon para cobrar la renta desde el principio. Ante aquella grave situación, los dueños acudieron a la Justicia para desahuciar a la inquilina —su pareja ya había desaparecido— y en octubre del 2021, antes del lanzamiento, esta se fue del piso. Pero dejó tres de sus cinco perros dentro. Abandonados. Y ahí se quedaron durante seis meses. Solos, haciendo sus necesidades, comiendo y bebiendo lo poco que su ama les llevaba a escondidas por la noche una vez a la semana.
Los vecinos no aguantaron más y después de que las autoridades no hicieran nada para rescatar a esos animales, aparte de aguantar las molestias por los ladridos y olores insoportables en todo el edificio, llevaron su queja a las televisiones. Canales nacionales viajaron a la ronda de Outeiro y se hicieron eco de lo que allí estaba pasando. Días después, la Policía Local, con la ayuda de un cerrajero, rescató a los animales en condiciones más que lamentables. Con extrema delgadez, a punto de morir.
La vivienda quedó libre y los dueños, que no habían podido entrar hasta entonces en la propiedad, pues la Justicia no había ejecutado el lanzamiento, se encontraron con el piso completamente destrozado. Así que a la demanda por desahucio sumaron otra por la vía civil para reclamar a la inquilina los daños causados. Al margen de la denuncia por abandono y maltrato animal, que se resolvió con una multa de 250 euros.
Dos años y medio tuvo que esperar la propiedad para que la Audiencia Provincial condenase a la inquilina al pago de 8.700 euros por los destrozos en la vivienda. El tribunal se acaba de pronunciar después de que la okupa recurriese tras ser penada en junio del 2021 por el juzgado de primera instancia número 1 de A Coruña.
Según la sentencia, «la arrendataria dejó la vivienda en estado deplorable y un olor nauseabundo, al haber habitado al menos cinco perros, existiendo excrementos de animales, daños en el corcho del suelo de varias estancias, así como en el mobiliario, sillería, puertas de armarios, camas, falta de tulipas de lámparas, además de manchas en las paredes». Recuerda el tribunal que en la cláusula octava del contrato «imponía a la parte arrendataria el mantenimiento, conservación y limpieza, respondiendo de los deterioros, daños y desperfectos, que pericialmente se valoraron en 8.705 euros». Añade la Audiencia que «la vivienda la habían convertido en una perrera».
En el caso enjuiciado, según la sentencia, «un vecino manifestó que su madre vivía debajo y por su situación y elevada edad acudía frecuentemente y participaba en su cuidado, teniendo comprobado los ladridos, arrastres y ruidos procedentes de la vivienda ocupada por los demandados. Era un sinvivir». Y que «tras la desocupación entró en la vivienda y el olor era nauseabundo, había desorden, cosas tiradas, las puertas estaban sin manillas, el corcho del suelo todo raspado como a propósito de arrastre o por el estilo, las paredes sucias, los sofás apilados con la espuma fuera, sillas rotas». En el mismo sentido «está el testimonio de otro residente, que refiere que había al menos cinco o seis animales, que ladraban todos los días, entró en la vivienda al día siguiente de la desocupación y el olor era insoportable y había basura».
«Había ladridos, arrastres de muebles y ruidos. Era un sinvivir»
Los vecinos de la casa de la ronda de Outeiro soportaron meses de ladridos y malos olores
Los perros abandonados respondían a los nombres de Kiba, Lúa y Thor y permanecieron desde octubre del 2020 a abril del 2021 encerrados en el piso. Famélicos, sin poder salir y haciendo sus necesidades en la casa. «De vez en cuando venía alguien a las dos de la mañana para que no lo viésemos a darles algo de comida, pero a veces pasaba más de una semana», recordaba este miércoles una vecina.
El olor era «repugnante y nauseabundo». No lo dicen solo los vecinos. Son las palabras que utilizó en su día la Policía Local en sus informes sobre las varias decenas de denuncias presentadas durante aquellos meses.
Decenas de denuncias
Los vecinos llamaban casi a diario al 092 por abandono y maltrato animal. También enviaron escritos al Ayuntamiento, a la Xunta y al juzgado de guardia. «Llegó un momento en el que la policía ya no se presentaba cuando llamábamos», dicen. «Nos comentaban que no se podía hacer nada ni acceder a una vivienda privada. Una vecina les preguntó si estaban esperando a que saliesen los gusanos por debajo de la puerta», añade un residente.
El Ayuntamiento, por su parte, «nos contestaba que no era su competencia y la Xunta que estaban hasta arriba», recuerda otra vecina.
El problema no solo era es mal estado de los animales. Aquella inquilina «no paraba de discutir con su pareja y hasta provocó tres inundaciones en tres meses», añade un residente de este edificio de ocho plantas. Hoy viven tranquilos. Y recuerdan lo mal que lo pasaron aquellos meses. Sobre todo al final, cuando «sentíamos que los ladridos eran débiles y los perros se morían solos».