Trepidante Quinta de Beethoven de Bihlmaier

Hugo Álvarez Domínguez CRÍTICA MUSICAL

A CORUÑA

ANGEL MANSO

La directora alemana ofreció en el Palacio de la Ópera una versión con ideas y mucho carácter

19 oct 2024 . Actualizado a las 22:03 h.

Entre el goteo incesante de información sobre su delicada situación (esta semana hubo una mesa redonda al respecto) la Sinfónica de Galicia prosigue su temporada. La alemana Anja Bihlmaier se puso al frente de la formación con dos obras muy populares mostrando personalidad a la batuta. Escuchamos el Concierto para violín de Brahms en mayo del 2023: poco margen para repetir una obra tan conocida cuando tantas otras esperan su momento. Al violín, Sergey Khachatryan manejó sonido fino, cristalino, con calidez y destreza técnica. La cadenza que cerró el primer movimiento fue apabullante, clavó los arpegios y navegó por la partitura con fraseo sensible. Ovacionado, correspondió con una memorable propina de Ysaÿe.

Bihlmaier planteó un Brahms al que le faltó carne y densidad sonora, pero sobrado de decibelios en muchos momentos. En el primer movimiento cuidó el contraste entre solista y cuerdas. En el segundo, vientos muy inspirados en el cantabile inicial (soberbio David Villa al oboe). Los planos del tercero, algo borrosos, aunque se favoreció la presencia del solista.

Difícil hacer algo nuevo con la Quinta de Beethoven (segunda semana consecutiva con su música en los atriles) pero Anja Bihlmaier dio una versión con ideas y carácter. Los tempi fueron trepidantes, creció la densidad sonora, los planos estuvieron bien diferenciados y nunca se descuidó el pulso ni la garra, con una orquesta dispuesta a volar con la maestra; que potenció el componente camerístico, dejando lucirse a muchos atriles, especialmente en los movimientos segundo y tercero (cuerda grave, maderas y timbales muy destacados). El paso del tercero al cuarto se acometió con decisión, en una gran lectura de una obra con papeletas para caer en la monotonía: no ocurrió. Bihlmaier potenció el rendimiento de una orquesta volcada.

Fuertes vítores de un público con sentimiento de pertenencia casi deportivo a la OSG, consciente del complejo momento de una orquesta que varía de un concierto a otro (este Beethoven fue muy superior al de hace una semana) y que con Bihlmaier dio su mejor cara.