José Díaz César: «He visto costaleros de vidas muy poco edificantes, cada uno tiene su historia»

F. Molezún A CORUÑA

A CORUÑA

Marcos Míguez

Defiende la universalidad de las procesiones desde esta cofradía «de barrio»

14 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay escasos nombres que pasarán a la historia de la ciudad unidos a la Semana Santa. Uno de ellos es, indiscutiblemente, el de José Díaz César (Granada, 1944), fundador e impulsor, allá en el 2007, de la Cofradía de las Angustias —ligada a la iglesia de Fátima— que, junto a la de la Borriquita, son las únicas que se salen del circuito procesional del centro. Recién recuperado de un problema de salud, aunque pendiente de todos los preparativos de la Semana Santa, reclama mayor participación en esta cofradía de barrio que saldrá en procesión desde Novoa Santos, el Viernes Santo a las ocho de la tarde, por el entorno de la Gaiteira.

—¿De dónde le viene a usted esta pasión de cofrade?

—Nací de padre granadino y madre sevillana, así que he vivido la Semana Santa tanto de Granada como la de Sevilla. Estoy empapado de la materia por los cuatro costados. De hecho, en este momento soy miembro de cuatro cofradías. En primer lugar la de Granada, con la que empecé a procesionar con tan solo cuatro o cinco años. Después la de Sevilla, que tiene más de 500 años de historia y a la que siguen asistiendo muchos primos míos. Una tercera en Ceuta, de cuando estuve destinado en Tetuán, Marruecos. Y, por último, la de aquí.

—¿Cómo se metió en esta última?

—Fue cosa del que era nuestro párroco en Nuestra Señora de Fátima, don Manuel Allo. Quería montar una cofradía para el barrio, y me preguntó si yo sabía algo del tema. Nos metimos con el tema y aquí sigo, con los ochenta años ya superados.

—Es una cofradía que está fuera del circuito procesional del centro.

—Es que ese era el objetivo, darles una procesión a los feligreses del barrio que no podían desplazarse hasta la Ciudad Vieja. Acercarles la Semana Santa, que pudieran vivirla desde su calle, desde su casa. Esa era la esencia.

—¿Cómo está la cofradía en estos momentos?

—Pues no hay suficientes costaleros. Es una pena, pero es cuestión de los tiempos que corren. No hay juventud interesada, no hay relevo generacional. De 44 que éramos hemos pasado a veinte. Y una cofradía no es solo lo que se ve cuando salimos con el paso, no es solo el relumbrón de la procesión. Hay mucho más. En ella se enseña, se acompaña... Tiene una misión social. Por ejemplo, la caridad. Aquí hemos podido hacer en ocasiones alguna cosa modesta, pero no somos una parroquia rica.

—A pesar de la juventud de la cofradía, han superado ya varios momentos críticos.

—Hemos vivido situaciones límite, pero se resolvían con lo que a mi me parecían milagros. Porque llegábamos a la misma tarde de Viernes Santo, nos faltaban tres o cuatro costaleros, y aparecían. Pero desde hace un tiempo estos milagros ya no se dan, y no queríamos quedarnos con la Virgen encerrada, sin salir. Así que hemos adaptado las trabajaderas y ayudamos el paso con un sistema de ruedas.

—Pero la procesión sale seguro, ¿no?

—Por supuesto, pero es distinto. El paso a hombros se va moviendo, se puede bailar a la Virgen, como se dice aquí en A Coruña, aunque la palabra correcta es mecer. Eso se pierde, pero al menos conseguimos que el paso salga. Bueno, siempre y cuando lo permita la lluvia, claro. En eso, poco podemos hacer. Tenemos la parrilla completa para sacar al Cristo del Amor y la Virgen de las Angustias, con sus porteadores, que no costaleros, que son dos cosas distintas.

—¿Cree que cambiará esa falta de interés?

—Lo veo muy difícil. No hablamos de formar un beaterio, necesitamos personas normales pero que tengan esa inquietud, esa fe, esas creencias que les empujen hasta aquí. Pero insisto, no es una cosa de gente ñoña, que nadie se confunda. Esto es para gente con espíritu, con ganas y mentalidad abierta. Aquí hay de todo, cada uno tiene su historia, sus motivos para venir y no se pregunta cuáles son. He conocido costaleros con vidas muy poco edificantes. Pero precisamente por ello necesitaban tener ese acercamiento a la espiritualidad, al menos una vez al año.

«Recuperamos al coruñés Dorado Janeiro, un gran autor de marchas de Semana Santa»

José Díaz César lleva casi sesenta años en A Coruña, aunque conserva cierto deje granadino a la hora de explicar su enciclopédico conocimiento sobre la cultura de la Semana Santa.

—¿Cómo recaló usted aquí?

—La primera vez que vine fue con unos campeonatos militares de atletismo. Me encantó la ciudad, pero sobre todo sus gentes. Viendo fútbol escuché a los aficionados llamarle burro al árbitro. ¡Pensé que eran personas buenísimas, porque tenías que escuchar tú lo que se le llamaba en mi tierra al árbitro cuando se equivocaba! Terminé viviendo aquí cuando en 1967 elegí esta ciudad como profesor de la Universidad Laboral tras sacarme la oposición. Y aquí hice mi vida: mi mujer, mis hijas y mis nietos son de aquí y, si Dios quiere, me enterrarán en San Amaro.

—Le da mucha importancia al apartado musical en las procesiones.

—Por supuesto. Este año contaremos con la Banda de Cornetas y Tambores de Santiago, que ya hacía varios años que no venía. Irá por delante. Y cerrando el cortejo procesional, detrás de la Virgen, irá la Banda Municipal de Música de Lousame.

—Incluso ha llegado a elaborar un texto en el que reivindica a los autores gallegos de marchas de Semana Santa.

—Es que hay muchos y son totalmente desconocidos aquí, en su tierra. Es más, las bandas de aquí ni siquiera interpretan sus obras. Cuando montamos la cofradía me traje de Andalucía la mejor música procesional, y ahí estaba Ricardo Dorado Janeiro, un compositor coruñés magnífico pero olvidado aquí, autor de Máter Mea, una pieza que se toca en Sevilla, Granada, Zamora... Y aquí, nada. La hemos tenido que recuperar nosotros.