El sol y el carballo de Moore, protagonistas de la reapertura del jardín de San Carlos de A Coruña después de dos años
A CORUÑA























La alcaldesa inauguró el nuevo espacio, «non sen pena», por la pérdida de 13 olmos afectados por la grafiosis
10 jun 2025 . Actualizado a las 15:24 h.Si hay un árbol cercano al hombre cuyos restos yacen en el jardín de San Carlos es el carballo que protege su tumba desde el 17 de enero del 2002, exactamente 192 años y un día después de que el general pasara a la historia en una casa del Cantón Grande a la que fue trasladado agonizante desde la batalla de Elviña. Dos años atrás, John Moore había plantado un roble en el jardín de su casa de Cobham, un pueblo a una hora de camino de Londres que entrado el siglo XXI recibió una visita inesperada. Alguien pedía un esqueje del viejo Quercus para plantarlo en el mismo suelo coruñés donde reposa el héroe romántico.
El árbol tuvo un buen crecimiento y este martes regaló una buena sombra a los vecinos que volvieron a pisar el jardín después de dos años y medio cerrado. Perdidos los ancianos verdes que antes poblaban el lugar y con los jóvenes aún despuntando, el carballo de Moore no tendrá que competir por el sol, por lo que podría aspirar a senlleiro.
Lo vio la alcaldesa, Inés Rey, que presidió la reapertura de San Carlos, «non sen pena», reconoció, por la pérdida de los 13 olmos casi centenarios atacados por la grafiosis. La enfermedad parece asomar por las ramas de otros dos (de los seis que permanecen en pie), si bien la concejala de Infraestruturas, Noemí Díaz, descarta que estén afectados. «Seguimos cos mantementos preventivos pertinentes e cruzando os dedos para que resistan. Polo momento non se detectou en ningún», señaló.
La alcaldesa volvió al 2022, a la inauguración del jardín reformado tras una obra polémica que le devolvió el trazado original, para relatar la evolución del espacio desde que la plaga «se leva por diante tres olmos». Talados y sustituidos por otros individuos resistentes al hongo, estos tres dieron paso a una estrategia para «poñer freo de todos os xeitos posibles, desde tratamentos experimentais, insecticidas xa aprobados e zanxas para illar as raíces e evitar a propagación», contó Inés Rey, que recordó que la grafiosis acabó con 40 olmos de la Alhambra en 1994 y todas las formaciones de Europa.
«Non se tala por gusto, pero entre perder absolutamente todo e perder unha parte, tomamos as medidas oportunas para que unicamente fora unha parte, dolorosa, pero unha parte», indicó. En el 2024, el gobierno local abordó una rehabilitación integral y un estudio de la muralla, cuyo resultado no han presentado. «Fixéronse distintas catas arqueolóxicas e encargáronse novos olmos resistentes, do maior porte que podíamos conseguir, ata 8 metros de altura», añadió Rey. Los 22 árboles son ahora 17. «Nas catas houbo varios puntos onde se descubriron restos e evitouse plantar enriba deles para preservalos. Patrimonio da Xunta especificounos que era mellor redistribuír as novas plantacións», apuntó la alcaldesa.
Los bancos también se han desplazado y extrañamente, este mediodía, a la sombra no había ninguno. Ajenos a las talas pero no a las obras en la muralla, vencejos y pardales se hacían oír desde el mirador, su lugar de anidamiento, al que pudieron regresar esta primavera gracias a una rápida actuación que les devolvió sus huecos en el lienzo de la muralla.