




















La obra, con un montaje inspirado en el mundo de Barbie, se estrenó el viernes en la ciudad y este domingo repite función
27 sep 2025 . Actualizado a las 17:31 h.El primer pensamiento ante el regreso a A Coruña de una rareza como La finta semplice (que escuchamos en 1999) es la pérdida irreparable que supuso la desaparición del Festival Mozart en el 2014, tras 16 ediciones. Tuvo citas memorables y permitió acceder a una oferta musical hoy impensable aquí. Permítanme recordar con nostalgia lo que muchos han olvidado.
Sorprende que Amigos de la Ópera apueste por esta obra que Mozart compuso con 13 años. No escapa de particularidades formales ortopédicas o libreto de escaso interés; y es musicalmente desigual, con ecos de lo que vendrá (Senti l'ecco es una genialidad; Ella vuole ed io vorrei anticipa la tradición buffa rossiniana, y en el concertante final asoman Cosí fan tutte o Nozze di Figaro). De agradable escucha, quizá era la ocasión para apostar por reparto español.
El libreto, típico enredo de equívocos con final feliz, posee ideas que hoy difícilmente pasarían el filtro de la cultura de la cancelación. Gianmaria Aliverta plantea un montaje esquemático inspirado en el mundo de Barbie, en el que un universo llamado patriarcado (de hombres heterobásicos, musculosos y cerveceros) cae ante la astucia de las féminas, que parten como chachas (en el peor sentido) para acabar empoderadas bajo la bandera de Rosina, única mujer hecha y derecha de partida. Al final, las mujeres (sin importar su clase) se convierten en nuevas Barbies mientras los hombres dejan atrás a Ken para rendirse al rosa con atributos femeninos: la astucia femenina triunfa y los hombres son el sexo débil.
Aliverta, sobre escenografía minimalista con aires de cómic, trabaja arquetipos movidos como muñecos, apostando por una comedia básica y funcional. La propuesta es sencilla y honesta; y, aunque resulte algo desnuda, sirve al objetivo sin esconder la economía de medios de un montaje capaz hasta de reírse de sí mismo, que mejora en la segunda parte. ¿Se podría encargar a la ESAD de Galicia? Seguramente, pero eso no invalida lo presentado.
La Sinfónica de Galicia (OSG) tuvo en Giuseppe Sabbatini un aliado de excepción para un brillante ejercicio de estilo por sonoridad, flexibilidad y articulación: el mejor Mozart que se recuerda a la orquesta en tiempo. Sorprendió no contar con el titular de la OSG, que tiene en Mozart su especialidad; pero la notable e inspirada batuta de Sabbatini logró que no se le echase de menos.
En el reparto hubo voces no especialmente sonoras; pero en estilo. Destacó la Rosina de Diana Alexe, lírico-ligera homogénea con un atractivo punto de velo oscuro en el centro y detalles de clase en el fraseo, además de actriz consumada: se lució en Senti l'ecco o Amoretti. Interesante el Cassandro de Christian Pursell, por lo redondo del timbre y lo bien intencionado del canto; mientras que el Polidoro de Anthony Webb aportó voz sana y conocimiento de estilo, con deje anglosajón.
El resto, algo por debajo, incluyó a Angela Schisano, buena cantante con instrumento genérico; Marina Zyatkova, soubrette suficiente en Ninetta; Caio Durán, apurado por arriba, y David Cervera, mejor por sonoridad que por una articulación borrosa.
Orquesta, batuta y soprano protagonista fueron lo mejor de un acercamiento aceptable a una obra sencilla que explica el futuro de un genio.