
Raúl Gómez, encargado durante décadas de elaborar los famosos dulces, quiso estar presente este domingo en el momento de cerrar definitivamente el negocio
30 sep 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Fue un momento emotivo. La familia y trabajadores de Glaccé esperaron hasta las dos de la tarde del domingo. En ese instante se despidieron entre ellos y del negocio fundado a principios de los sesenta. Con la puerta de la confitería abierta varios clientes entraron preguntando si quedaba algo, pero las estanterías estaban llenas de recuerdos pero vacías de dulces.
Me gustó ver a Raúl Gómez y que le apeteciese ser fotografiado. Fue el maestro confitero del establecimiento durante décadas hasta que lo tuvo que ir dejando por motivos de salud. Es el hombre que se sabe de memoria la receta del roscón más famoso y que ha traído más cola en la historia de la ciudad. Recordamos cuando con maestría levantó una torre de Hércules de chocolate con motivo de su declaración como patrimonio de la humanidad. Se acuerda de aquellos tiempos en que los chavales tomaban un café para reponer fuerzas en el fondo del local que ahora está vacío y a la espera de un comprador. Miles y miles de roscones después, llegó el último. Raúl no lo elaboró, pero lleva igualmente su firma, la de un maestro confitero. Mientras hacíamos la foto, a su hija Silvia le costaba contener las lágrimas de emoción.