«No paré de gritarle que no me matase cuando me tenía un cristal en el cuello»

ARTEIXO

Guardia Civil

El grito desesperado de la prostituta que el lunes sufrió un intento de violación en un club de Arteixo permitió detener a un hombre, vecino de Nantón, en el Concello de Cabana, que finalmente fue puesto en libertad; se le acusa de 8 delitos que pudo cometer en apenas unas horas

29 jun 2024 . Actualizado a las 10:50 h.

El hombre detenido el lunes después de protagonizar un violento altercado en un club de alterne de Larín (Arteixo) solo estuvo una noche en el calabozo. Una vez que pasó a disposición judicial, la titular del juzgado de Instrucción número 4 de A Coruña, en funciones de guardia, decretó su puesta en libertad y el individuo, vecino de la parroquia de Nantón, en el Concello de Cabana, de 28 años (cumplirá 29 el próximo 30 de julio), quedó investigado por hasta ocho delitos: robo, amenazas, agresión sexual, lesiones, allanamiento de morada, detención ilegal, desobediencia y atentado a la autoridad. Todo en unas pocas horas. Le impuso además la orden de no acercarse a las dos mujeres a las que supuestamente agredió. Este hombre había sido detenido en el 2021  por la Guardia Civil, un presunto delito de violencia de género.

El lunes pasado, según el atestado de la Guardia Civil, se presentó sobre las 10 de la noche en un club de Arteixo. Ahí llegó con el coche que le había robado a su novia, con dos bolsas de cocaína y con los bolsillos llenos, pues también le había sustraído 1.300 euros que ella guardaba en casa. De hecho, a la misma hora que el cabanés entraba en el prostíbulo, la pareja lo hacía en el cuartel de Carballo para denunciarlo.

Según declararon las mujeres que se encontraban en ese momento trabajando, nada más verlo acceder supieron que algo malo iba a pasar porque «estaba muy alterado». Primero se acercó a la camarera y le dijo que quería «una chica». Inmediatamente, se fue hacia una mujer, la agarró por el brazo y subieron a la primera planta. «Me ofreció una raya de cocaína, le contesté que estaba loco y empezó a dar patadas a todo lo que veía», declaró una de las víctimas. Volvió a la planta baja y regresó a la primera intentando convencer a una chica de que se fuera con él a una habitación. «La agarraba por el brazo», recuerda una de las denunciantes. En eso apareció el encargado, que tras forcejear con él logró expulsarlo. Mientras lo acompañaba a la puerta, el supuesto agresor le exigía que le entregara las grabaciones de seguridad. Una vez que salió al exterior, cerraron.

El hombre intentó entrar aporreando la puerta. Dejaron de oírlo, y unos minutos después escucharon los gritos de una compañera, que salían de una habitación del piso de arriba. El individuo logró colarse por una ventana tras romper el cristal. «Subimos rápido y nos encontramos con la puerta cerrada. Intenté echarla abajo a patadas, pero no pude, y llamé a la Guardia Civil», según declaró el encargado. «No paraba de gritarle que no me matase, mientras él me ponía un trozo de cristal en el cuello y me aprisionaba contra un espejo. Como yo me negaba a mantener relaciones con él, intentó forzarme», apuntaba la mujer.

Mientras, tanto el encargado como las trabajadoras seguían intentando abrir la puerta. Lo hizo él, «pero sin soltar a la chica ni quitarle el cristal del cuello, gritando que la iba a matar», recordó una de las denunciantes. Entonces llegó la Guardia Civil y, primero con palabras amables para que liberase a la mujer, y luego con el uso de la fuerza, lograron ponerle las esposas. No contento con todo ello, agredió a dos agentes.