La reina española que puso de moda los baños en Riazor

A CORUÑA CIUDAD

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Real Academia Galega

En el siglo XIX la tendencia era refrescarse en el norte, nada del Mediterráneo

18 abr 2019 . Actualizado a las 19:38 h.

Fue una reina española la que inauguró la moda. Al menos, la que le dio fama en todo el país. La prescripción médica aconsejó a Isabel II de España baños de mar para superar un herpes y la monarca se plantó con su corte en la playa de la Concha, en San Sebastián. Corría el año 1845 y la popularidad de las aguas del norte se extendió. También, en Galicia. «Es a partir de 1850 cuando empieza el movimiento hacia la costa, aunque de aquella no se hablaba de turistas, sino de bañistas o foráneos», cuenta el historiador Xosé Alfeirán. A Coruña fue uno de los destinos que empezaron a elegir nobles y burgueses para descansar. 

El Atlántico y los baños de mar

 A Coruña también se situó en el mapa de los baños de mar. En una guía sobre el sector turístico español elaborada hace 150 años, la ciudad coruñesa, así como otras gallegas como la de Vigo, figuraba como uno de los destinos favoritos de los españoles. «Está vinculada con la primitiva talasoterapia, relacionada con las enfermedades de la piel y la vida sana», detalla Alfeirán. «Los médicos aconsejaban bañarse en el Cantábrico o en el Atlántico. Se consideraban aguas más sanas, nada del Mediterráneo. No se trataba de tomar baños de sol. Lo vemos en los grandes palacetes, repartidos por el noroeste. El Mediterráneo tuvo que esperar a después de la Segunda Guerra Mundial para estar de moda». Alfeirán indica otra fecha clave: «Lo que potencia el turismo a A Coruña es la llegada del ferrocarril desde Madrid en 1883».

El origen de las fiestas de María Pita

Un alcalde, Juan Flórez, tuvo la idea. Para exprimir el potencial que tenían los arenales del Parrote y Riazor, donde se instalaron primero casetas y después balnearios con agua dulce y salada, había que darles más motivos a los turistas. «Fue así como nacieron las fiestas de María Pita en agosto. A diferencia de la mayoría de las ciudades, aquí las principales celebraciones no se dedican a ninguna santidad», destaca Alfeirán. Las corridas de toros fueron otra de las atracciones impulsadas por Juan Flórez. «Así como las visitas a la torre de Hércules», una tendencia ya de viejo, recuerda Alfeirán.