Rosa Treus, emprendedora a los 40 años: «Todo el mundo me llama loca, con tres hijos y mi marido dejando un trabajo fijo»

VIVIR A CORUÑA

Rosa Treus, propietaria de la La de Rosi.
Rosa Treus, propietaria de la La de Rosi. CESAR QUIAN

Acaba de abrir junto a su pareja La de Rosi, un nuevo establecimiento que vende carne, embutidos, verdura y platos preparados

27 sep 2023 . Actualizado a las 15:28 h.

Lo de los 40 años seguro que le sienta mal, porque todavía le «cuesta decirlo», confiesa en una entrevista para La Voz. Sin embargo, Rosa, para los amigos, Rosi, está pletórica tras cumplir el sueño de tener su propio negocio, un establecimiento donde une su experiencia laboral con la de su marido, Pablo González, de 43. La de Rosi (Alcalde Pérez Ardá, 51) subió la persiana este lunes y ya cuenta con clientes en el interior y en el exterior, apostados en la vitrina de chuletas de vaca madurada. 

Rosi llevaba más de 10 años con la idea en mente, pero ocupaciones familiares posponían el objetivo. El empujón llega tras una mala época —«estaba de bajón», dice—, que la llevó hasta Fundación Mujeres (Monelos, 121), que brinda apoyo a emprendedoras.

Hasta la fecha, Rosi había trabajado en supermercados y luego como ama de casa de familia numerosa, suegros incluidos. Sin embargo, sabía que su tienda de alimentación podía ser una realidad: «En la fundación me animaron, me dijeron que era una buena idea», dice. «Hice un curso de tres meses, hice un proyecto, un plan de empresa, fue todo rodado y decidí ir hacia delante». añade.

Pablo González, propietario de La de Rosi.
Pablo González, propietario de La de Rosi. CESAR QUIAN

En ese camino empresarial faltaba su marido y compañero de viaje. Pablo González es un experimentado carnicero que dejó su trabajo indefinido para incluirse en el proyecto de su mujer. «Vete avisando a tus jefes con antelación, que esto va pa lante», le dijo Rosi. Él lo hizo y, aunque embarcarse en aventuras como esta da vértigo, confía en su «proyecto, su producto y en la zona».  Además, recalca que es una tienda 100 % sin gluten.

El resultado es, por el momento, satisfactorio, aunque no siempre recibió el apoyo de su entorno: «Todo el mundo me llama loca, con tres hijos y él dejando un trabajo fijo», confiesa Rosi. Sin embargo, está feliz porque ha creado un espacio donde se ha servido de toda su experiencia vital.

Ella es la celíaca de la familia, de ahí su compromiso con las recetas sin gluten. El establecimiento posee una zona especial, con pictogramas o cascos para aislarse del entorno, para niños con trastornos del espectro autista, como su hijo. Y también está el color rosa, el favorito de Rosi, que domina todo el espacio. «Una carnicería selecta no tiene porque ser granate o de colores oscuros», sentencia.