¿Está A Coruña rozando la «turismofobia»?

VIVIR A CORUÑA

ANGEL MANSO

El sector reflexiona sobre cómo influye en la estructura y dinámicas de la ciudad que cada vez lleguen más visitantes. El bum de las viviendas de uso turístico vertebra las opiniones de quienes creen que hay que ponerle coto al turismo y aquellos que piensan que es lo mejor que le puede pasar a la urbe

26 may 2024 . Actualizado a las 10:26 h.

La arquitecta Ruth Varela sintetiza de un plumazo la historia del turismo en Galicia. Recuerda que a principios del siglo pasado fue la guía Mondariz-Vigo-Santiago la que puso a la comunidad bajo el foco de las élites británicas, invitándolas a hacer el petate para sumergirse, casi literalmente, en las bondades del noroeste español. Se sitúa a continuación en ese momento en que Spain comenzó a ser different, cuando en pleno desarrollismo arrancó un turismo de masas que pasó de ser el orgullo nacional al peor mal del siglo XXI en algunos barrios de Madrid, Baleares y Canarias. ¿La causa? «Unas plataformas que están sustituyendo el turismo por turistificación». La cara y la cruz de una actividad que en esta urbe no para de dejar cifras de récord —el pasado verano llegaron más  extranjeros que nunca y este año se cerrará con el mayor número de escalas de cruceros— lleva a la reflexión a profesionales de diferentes sectores, que se plantean hasta dónde puede o quiere llegar A Coruña con el turismo

Esta misma semana, el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, consideraba que Galicia está aún lejos de alcanzar su techo de turistas y que tiene capacidad suficiente para seguir acogiendo viajeros. Así contestaba a la pregunta de si en la comunidad existen fenómenos de masificación que perjudican a los residentes. El asunto está en la agenda política casi a diario, sobre todo desde que el bum de las viviendas de uso turístico (VUT) ha llevado a algunas administraciones locales a tomar medidas. En A Coruña, el 55,7 % de las plazas para viajeros ya están en pisos turísticos. Unos defienden su hueco en el mercado, mientras otros creen que fomentan una gentrificación que expulsa a los vecinos de sus barrios, en pro de unos turistas que, aseguran algunos expertos, «tienen poco poder adquisitivo y no contribuyen a la creación de empleo».

Esta es la opinión de Juan Rivadulla. El presidente de la Asociación Gallega de Agencias de Viajes (Agavi) prefiere no hacer labores de pitoniso, y reconoce que «es complicado adivinar lo que va a pasar» con el turismo. A continuación, señala la piedra angular que, en algún momento de las conversaciones, mencionan todos los expertos consultados para elaborar este reportaje: sostenibilidad. «Necesitamos un turismo sostenible, que evite las masificaciones y que esté desestacionalizado. Las VUT contribuyen a la masificación, por eso los poderes públicos tienen que actuar. en Galicia aún estamos a tiempo de hacer bien las cosas, pero es cierto que esta comunidad se está vendiendo muy bien y cada vez van a venir más viajeros que hasta ahora elegían destinos que ya están colapsados».

Defiende el mercado de las VUT Rafael Serrano, vicepresidente de la Asociación de Viviendas Turísticas de Galicia (Aviturga). La ciudad cuenta ya con 1.277 pisos turísticos, más del doble que hace dos años. Un informe de esta organización refleja que estos alojamientos impulsan la economía herculina y suponen un impacto económico que supera los 90 millones de euros. Además, según apunta Serrano: «Las viviendas de uso turístico están siendo un agente rehabilitador en zonas céntricas degradadas con muchos inmuebles vacíos o en edificios con pocos metros cuadrados de solar, que precisan una importante inversión, y cuyos propietarios optan por alquilarla con fines turísticos porque la rentabilidad del arrendamiento a largo plazo no cubriría los costes de rehabilitación».

Imagen de la calle Orzán, la vía con más viviendas turísticas de A Coruña
Imagen de la calle Orzán, la vía con más viviendas turísticas de A Coruña Marcos Miguez

A estas declaraciones le pone cifras Antonio Correa, de la inmobiliaria BackHome: «Ahora mismo, una noche en un piso turístico en el centro de A Coruña cuesta unos 120 euros; si haces la cuenta son más de 3.000 euros al mes, que es mucho más de lo que se cobra por un alquiler a largo plazo». También habla de la consecuencia de esta especulación: «Los alquileres están disparados y la oferta es cada vez más reducida».

¿Fue antes el huevo o la gallina? O lo que es lo mismo: ¿se ha convertido el turismo en una actividad descarnada y bulímica por culpa de los vuelos de bajo coste y apps como Booking y Airbnb, o son estas plataformas la respuesta capitalista a una sociedad que solo quiere conocer mundo? Varela lo tiene claro. La presidenta de la delegación de A Coruña del Colexio de Arquitectos de Galicia (COAG) mantiene que es fundamental diferenciar entre turismo y turistificación. Y este es el término que utiliza para referirse a lo que está ocurriendo, también, en esta ciudad. «El turismo no es ni bueno ni malo, es una actividad más. Pero la turistificación nace cuando un lugar se orienta principalmente a los viajeros». Continúa: «Esto se ve en el stock de viviendas disponibles, cuya cifra en la actualidad es simbólica; en el daño medioambiental y también en la congestión de los servicios públicos».

Menciona lo que ocurre con los taxis. «Se otorgan licencias en función del número de habitantes, pero no tienen en cuenta el flujo de turistas que nos visitan». La Voz le consultó a Ricardo Villamizar, presidente de Tele-taxi, si están los coruñeses quedándose sin este servicio por el aluvión de turistas que llegan a A Coruña. «Aquí no hay ningún problema con eso, porque la ratio de taxis por ciudadanos es de uno por cada 900 habitantes, y en A Coruña casi la doblamos».

Para Varela «no se puede vender un territorio que está dejando de estar disponible para sus residentes. Es una falta tremenda de responsabilidad no darnos cuenta de esto, pero a la vez es difícil exponerle esta problemática a la ciudadanía. Uno es consciente de que en su casa no caben veinte personas, pero no de la cantidad de gente que puede asumir una ciudad». En España, algunos municipios ya imponen una tasa turística. Es el caso de Santiago, que cobra entre 0,50 y 2,50 euros por persona y día. «Creo que es una medida que ya no sirve porque no limita la llegada de turistas. Es como tapar la luna con un dedo; hay que plantear medidas más valientes, como mostrarle a los ciudadanos cuánto ponen de su bolsillo en impuestos para contentar a los turistas».

Esta profesional indica que operadores locales que tienen la Q de calidad turística —Galicia cuenta con 285 establecimientos con esta acreditación— «también piden que se reemplace el modelo de turismo actual, que prioriza la cantidad, por uno que apueste por la sostenibilidad». Efectivamente, Agustín Collazos, presidente de la Asociación Empresarial de Hospedaxe de A Coruña, cree que es el momento de «buscar un turismo que crezca de forma sostenible: es decir, que busque la calidad y se mantenga a lo largo del año». Respecto al tope de visitas que puede recibir la ciudad, opina que hay margen de sobra, al menos para que estos pasen su estancia en hoteles, donde la ocupación media anual es del 70 %.

Crítico con las VUT, acepta que convivan como modelo de negocio con otro tipo de alojamientos, pero piden que se regulen, «que tributen y que se les exija todas las garantías para así poder asegurarnos que tenemos los mejores perfiles de viajeros. De lo contrario saldremos perjudicados, pero no los profesionales del sector, sino el conjunto de ciudadanos».