Las reservas en los chiringuitos de A Coruña penden de un hilo: «Hemos llegado a perder todas las mesas de un día»

Laura García del Valle
Laura G. del Valle A CORUÑA / LA VOZ

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Andrés García, responsable del chiringuito de Espiñeiro (Mera)
Andrés García, responsable del chiringuito de Espiñeiro (Mera) M. M.

Locales situados en los mejores arenales del área metropolitana toman medidas para asegurarse que ni las inclemencias del tiempo ni el temido «no show» afecten a sus negocios

05 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo advierten en un chiringuito de la Illa de Arousa: «Solo reservamos con un máximo de tres días de antelación. Si no, nos arriesgamos a que al final haga mal tiempo y se nos caigan todas las reservas». Como este paradisíaco enclave arousano vive en buena medida del turismo estival, podría parecer una medida excepcional. Sin embargo, en el área metropolitana de A Coruña algunos locales ya han puesto sus barbas a remojar, tomando medidas drásticas para garantizarse la ocupación de unas mesas que dependen absolutamente de lo que dicte el cielo.

En el chiringuito de Espiñeiro, en la playa homónima situada en Mera, dejaron de aceptar reservas el año pasado. Como indica Andrés García, responsable del local, tuvieron que darle una vuelta a su modelo de negocio dado que en alguna ocasión llegaron a perder todas las mesas que tenían reservadas. «La gente te llama con un mes de antelación y eso, para un restaurante como el nuestro, es una máquina de perder dinero». Lo primero que decidieron cambiar fue el margen que dejaban para guardarle una mesa a los clientes. «Al ver que los clientes no aparecían o llamaban en el último momento para cancelar si no salía el sol, decidimos coger reservas solo con 24 horas de antelación, y ni con esas». 

García sintetiza con una frase una problemática de la que alertan cada vez más hosteleros: el  conocido como no show. «No puede ser que haya mesas sin gente y gente sin mesas, y esto en un chiringuito se nota mucho. Es muy molesto dejar sin comer a gente que te viene a pedir mesa y hay varias guardadas para grupos que al final no se presentan». Ahora operan con la demanda que haya cada día, siendo «esclavos del tiempo». «Tenemos una carta corta, que nos permite prever las mesas que finalmente tendremos ocupadas aunque no haga un día de escándalo», indica.

En el restaurante Savi, ubicado en la playa de Perbes, sí aceptan reservas, pero para evitar problemas son especialmente estrictos con la puntualidad. «Si los clientes no llegan quince minutos después de la hora acordada, pasamos automáticamente a otros interesados». En este local no se plantean de momento dejar de aceptar reservas, pero sí reconocen que a veces «este sistema afecta negativamente». En su caso, como el arenal suele llenarse hasta los topes, tienen mucha rotación e incluso si quieres una mesa para dentro de un año «la guardamos», pero bajo esas condiciones. En Savi también consideran que si llueve puede haber hasta un 80 % de cancelaciones, «pero mientras avisen con tiempo, está bien». «Es gracioso porque todo el mundo llama y dice: "Me ha surgido un imprevisto"... Claro, el mismo que a todo el mundo».

La política del cuarto de hora también la aplican en El 13, en Santa Cruz (Oleiros). Además, en este restaurante de situación privilegiada reservan solo la mitad de las mesas que tienen en la terraza, dejando las demás para la rotación del del día. Respecto a las nada infrecuentes lluvias, cuentan que, en un día, pueden hacerles perder hasta el 50 % de facturación, aunque en el caso de sus mesas al aire libre, se ven sobre todo afectadas por el viento. 

Aunque la Aemet ha anunciado un verano caluroso y seco, de momento algunos establecimientos situados en arenales de lo más concurridos se han visto damnificados por las inclemencias del tiempo. Es el caso de La Parada, en Valcovo. Dani, responsable de este chiringuito especializado en hamburguesas y burritos, se lo toma con humor afirmando que, con su trabajo, en Galicia está obligado a ser «medio meteorólogo». «Tenemos que estar muy pendientes con las reservas. Si nos llamas el jueves para comer o cenar el sábado y luego hace mal tiempo, llamamos para reconfirmar la mesa, porque somos conscientes de que mucha gente no vendrá». Si finalmente llueve, La Parada cierra, aunque al trabajar una temporada tan corta, intenta evitarlo. «Este año ya hemos estado sin trabajar casi una semana, que ya es más de lo que cerramos en total el verano pasado», lamenta este hostelero.