La vida después del botellón: cinco años sin alcohol, orines y vómitos en los jardines de Méndez Núñez de A Coruña
![Laura García del Valle](https://img.lavdg.com/sc/CWGnqeN6Qcq9Rb-18jC4bQOD_hA=/75x75/perfiles/1516989901047/1622543686348_thumb.jpg)
VIVIR A CORUÑA
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Durante años fue el punto de encuentro de miles de jóvenes que se juntaban para beber. El panorama hoy es bien distinto, aunque en la ciudad aún quedan plazas donde los menores quedan para emborracharse
03 feb 2025 . Actualizado a las 13:49 h.No está claro si fue antes el huevo o la gallina. Siendo el huevo el descenso de consumo de alcohol en los jóvenes —según el Ministerio de Sanidad la frecuencia en la ingesta de estas bebidas ha ido cayendo desde el 2012— y la gallina el fin del botellón, lo cierto es que el panorama nocturno en cada vez más ciudades españolas es bien distinto a la postal que se veía cada sábado hace una o dos décadas. A Coruña, o más concretamente los jardines de Méndez Núñez, son el vivo ejemplo de esta situación. Desde principios de los años 2000 y hasta enero del 2020 este emblemático parque acumulaba todos los fines de semana kilos y kilos de basura, generados por una chavalada que aprovechaba, además, para orinar —y vomitar— en árboles históricos o para dañar el mobiliario público de la zona.
El punto y final al botellón en esta zona llegó mes y medio antes de una pandemia que no es que obligase a cambiar el tipo de ocio, sino que directamente lo tumbó hasta que unos meses después comenzó a imponerse el conocido como tardeo. La alcaldesa, Inés Rey, había anunciado su intención de acabar con este hábito en un punto al que se habían trasladado infinidad de jóvenes que querían juntarse para beber, una vez fueron expulsados de zonas como la plaza del Humor y la plaza de Azcárraga, donde los vecinos dijeron basta hartos de no poder dormir a causa del ruido. Dicho y hecho, las concentraciones en Méndez Núñez llegaron a su fin el 30 de enero del 2020. Y nada volvió a ser lo mismo.
Como indican fuentes municipales, «desde que se cortó este hábito volvió la estatua original de Emilia Pardo Bazán [estuvo quince años guardada en un almacén], se normalizó el mantenimiento de zonas verdes y, además, en estos cinco años abrieron dos espacios muy importantes para el ocio de los jóvenes: el Remanso, en Cuatro Caminos, muy frecuentado; y las naves del Metrosidero, que cada vez tiene más gente y demuestra que hay vida más allá del botellón».
Aunque los hábitos han ido cambiando paulatinamente, y la generación Z cada vez se concentra menos en lugares públicos para beber, aún resisten reductos donde, en A Coruña, esta práctica sigue presente. Aunque sea a menor escala, el foco se pone ahora, según las asociaciones de vecinos, en el Orzán, la Ciudad Vieja y San Pablo; y fuentes policiales añaden, precisamente, el entorno de la sala Pelícano, pegada a los jardines de Méndez Núñez, como una de las zonas que más comienzan a preocupar a los agentes, que aprovechan para reclamar «más presencia policial en estas zonas para prevenir las alteraciones del orden público».
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No se puede aún cantar victoria, y como recuerda Roberto González, secretario general del Sindicato Unificado de Policía (SUP) en Galicia, «el consumo abusivo de alcohol y sustancias sigue estando muy presente entre los jóvenes; culminando muchas veces en faltas de respeto a la figura de autoridad, a las normas y al civismo».