De ingeniero en Venezuela a triunfar en hostelería en A Coruña: «Estoy agotado, pero la gente se emociona con nuestros panes»
VIVIR A CORUÑA

Tras emigrar, abrió en A Coruña hace tres años la cafetería Arte Cachito. Un negocio que mira a la gastronomía americana y que ya ha empezado a franquiciar
12 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Hace más de tres años, Antonio Poth cambió su trabajo en minería por los hornos de A Coruña. Ingeniero electrónico de formación y con una larga trayectoria en el sector minero, hoy lidera junto con su esposa Evelin Lezama un proyecto gastronómico que ha conquistado el paladar de locales y latinoamericanos en Galicia. Su cafetería, Arte Cachito, no es solo un negocio: es un puente emocional entre su país natal y su nuevo hogar.
El pasado sábado celebraron su tercer aniversario con una fiesta muy particular. «Ya es tradición: sorteamos una pata de jamón, una cesta de licores y panes de jamón», cuenta Poth. Y es que este pan, relleno de jamón, bacon, pasas y aceitunas, es un símbolo navideño en Venezuela. «Este diciembre batimos récord: el día 24 hicimos 300 panes», afirma.
Desde su apertura, el proyecto no ha parado de crecer. Además del local original, recientemente inauguraron un segundo en la avenida Finisterre, gestionado por la sobrina de su esposa. «Es casi una franquicia, aunque sigue siendo familiar», explica. «Todo se produce en el local principal y se distribuye». No obstante, no dudan en hacer crecer la marca a través del modelo de las franquicias. «Dos tiendas en Coruña ya son suficientes, pero hay interés desde otras ciudades: Ourense, Gijón, Santiago…», dice.
En esta nueva dedicación como hostelero y repostero, Antonio señala que es mucho más cansado que la ingeniería. Ha contratado a varios empleados, pero por el momento todo lo que hornean pasa por sus manos. «Estoy agotado. Cuando cerramos al mediodía, empieza mi segundo turno: la producción. Es como tener dos trabajos», relata. Aun así, encuentra recompensa en los momentos en que sus clientes se emocionan. «Ver a alguien llorar al comer un pan que le recuerda a su hogar… eso no tiene precio».
Su especialidad, además de los panes de jamón, son los cachitos venezolanos. «Es como nuestro bollo preñado. El tradicional, con jamón, es el más vendido, pero ahora tengo 18 versiones», dice con orgullo. Innovaciones como el de chorizo de pavo con gouda o el de queso San Simón —bautizado como «el gallego»— han calado en el gusto local. A pesar de los éxitos, no todo ha funcionado: «Hice uno de tortilla, pero no gustó tanto», admite entre risas.
Sin embargo, fue otra receta americana con la que consiguieron gran notoriedad en la ciudad. Ellos importaron desde Estados Unidos el croissant supreme, un postre a base de hojaldre que puso de moda la pastelería Lafayette Grand Café & Bakery en Nueva York. Es una especie de cruasán enrollado y rellano. «Se formaron colas fuera de la tienda. Fue una locura. Aún hoy hay gente que me reconoce por eso».
Antonio Poth se valió de su formación en ingeniería para afrontar su nuevo trabajo como repostero. «Cada cachito lleva 10 gramos exactos de relleno. Esa meticulosidad me viene de la ingeniería. Si haces 300 y te pasas un gramo, ya perdiste el equivalente a tres unidades. Y si pones de menos, el cliente se da cuenta», dice. Del mismo modo, la formación financiera de su mujer también fue clave en el desarrollo del negocio. «Saber hacer pan no basta. Su experiencia administrativa ha sido clave. Yo he cometido errores, pero he aprendido», dice.
Pese al ritmo agotador, Antonio no cambiaría su vida en A Coruña por nada. «Vivo en Los Castros, con vistas al puerto. Ver el mar, los cruceros… es impagable. Aunque no siempre tengo tiempo para disfrutarlo, soy feliz aquí», concluye.