Antonio Jiménez, 15 años misionero en Perú: «En la ciudad donde estuvo el papa se ve la pobreza. Lo domina todo»

VIVIR A CORUÑA

El sacerdote del templo Nuestra Señora del Perpetuo Socorro Redentoristas fue misionero durante 15 años en el país latinoamericano
22 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Antonio Jiménez no tiene «el gusto», dice; de haber conocido al actual papa. Sin embargo, fue misionero durante tres lustros en una región cercana a Chiclayo, donde el actual papa fue nombrado obispo. Un destino donde se es testigo de la pobreza y a trabajar junto a los más humildes.
—¿Qué pudo ver el papa en Perú?
—En ciudades costeras como Piura, Trujillo, Chimbote o Chiclayo, donde estuvo el papa, se ve la pobreza como denominador común. Lo domina todo.
—¿Cómo es vista la Iglesia allí?
—Realmente notas que te quieren. Me imagino que al papa actual lo recibirían con mucho afecto y cariño. En la medida en que te entregues a ellos, recibes el cariño. Uno de los trabajos más necesarios hoy es prepararlos para desarrollar su capacidad laboral, su creatividad. Lamentablemente, algunos misioneros a lo que se dedican es a hacer cosas, pero sin ellos. Entonces, cuando se marchan, todo muere.
—Precisamente, el papa ha tomado el nombre de León XIV, siguiente a León XIII, que abordó el trabajo en una encíclica.
—Claro. Como misionero no puedes llegar con la mentalidad de que lo haces todo tú. Hay que implicar a la comunidad. Recuerdo en mi experiencia que hubo un momento en que la iglesia comenzó a tener goteras. Pero la gente decía: «Eso siempre lo arreglaba el padrecito». Eso es un error. Tienen que sentir que es suyo, que ellos pueden arreglarlo. Eso es lo que les da dignidad y responsabilidad. Allí aprendes la humildad. No eres el salvador, no lo sabes todo. Tienes que escuchar, facilitar el diálogo y ayudar a la comunidad a organizarse. Esa es la verdadera misión.
—¿Qué le pareció que León XIV mencionase la labor misionera en su primer discurso como papa?
—Me parece muy bien. Fue dar un testimonio, más allá de que esté correcto o no, de la Iglesia misionera. Él ha trabajado allá. Ahora trabajarán otros. Quiere decir que la Iglesia, si no es misionera, no es Iglesia. Y no hablo solo de misiones, sino de una forma de vida, que es salir de uno mismo, de tu comodidad, de tu estrecho mundo y abrirte a un mundo nuevo, a gente desconocida, para compartir con ellos el tesoro que tú les ofreces, no se lo impones. Serán ellos los que libremente lo acojan y decidan aceptarlo. Esa es la tarea que Jesús encomendó a la Iglesia: ir por el mundo entero y predicar el Evangelio.
—¿Le gustó el nombramiento?
Me parece correctísima su elección. Han designado a alguien que no es un burócrata, sino una persona cercana a la gente. La Iglesia debe estar cerca de las personas humildes. Que los conozca, que comparta sus problemas y su día a día.