Un posado fugaz en la alfombra roja, lo justo para hacerse cuatro fotos, se convirtió en el comentario de la jornada posterior a los Oscar. Penélope Cruz solo competía en la categoría de consorte, pero su primera salida del nido, su supuesto régimen y su vestido la convirtieron en protagonista de la pregunta del día: «¿Te gustó Penélope?». Ella no intentó pasar desapercibida ni eludió la absurda presión que existe hoy en día para salir de un parto como si nada hubiese ocurrido. Para su primera aparición pública un mes después de dar a luz eligió un ajustado vestido rojo de L?Wren Scott con amplio escote y apliques de cristal, que demostraba sin complejos que el Pilates no hace milagros. Ante su silueta se retrataron todos: los que encontraron sus curvas espléndidas y su figura, meritoria para no haber traspasado aún la barrera de la cuarentena, y los que encontraron el modelo más explícito de lo necesario. En cualquier caso, la actriz española fue una de las más alabadas de la alfombra roja por la prensa norteamericana.
También controvertida fue la elección de la ganadora Natalie Portman, que, con su bebé a bordo, brilló con un sencillo vestido color púrpura y de corte premamá de Rodarte. La actriz israelí, imagen de un perfume de Christian Dior, desairó a la prestigiosa casa francesa tras la reciente polémica en la que se ha visto envuelto su diseñador, John Galliano, suspendido de sus funciones por proferir insultos antisemitas y racistas a una pareja.
Quienes sí apoyaron a Dior, con desigual fortuna, fueron Nicole Kidman, con un vestido blanco que fue uno de los más criticados de la noche, y Sharon Stone, con un ajustado modelo negro de un solo hombro con un aplique de plumas de avestruz.
Si los expertos de moda siguen sin entender el enigma del estilo oscuro y surrealista de Helena Bonham Carter, que llevó a la ceremonia la Union Jack atada a una pierna, sí existió consenso en que las mejores vestidas de la ceremonia fueron una vez más los valores seguros: Halle Berry, con un vestido Marchesa en lo que se ha dado en llamar color nude (desnudo) con detalles de cristal y volantes de organza; Hillary Swank, con un vestido-joya en plata con cola de plumas de Gucci Première; y Cate Blanchet, con un vestido color lavanda muy trabajado con aplicaciones en amarillo y plisados de Givenchy.