Algo más que hemoglobina

José Luis Losa SITGES / E. LA VOZ

CULTURA

El festival de Sitges arranca con el alma partida entre Godard y «Machete»

11 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Con el alma partida entre los zombies de toda la vida y el cine de autor llevado a la máxima expresión, con nada menos que un Godard en 3-D, Sitges abre hoy las compuertas de su bacanal de cine, más de doscientos largos comprimidos en nueve días.

En el hemisferio del Sitges tradicional, el del cine de género, habitan grimas tan esperadas como la del autor de la saga Hostel, Eli Roth, y sus caníbales de The Green Inferno; la versión más perversa de la ya de por si retorcida Caperucita Roja, en Big Bad Wolves; el cambio de tercio hacia el cine de terror del filipino Brillante Mendoza, que crítica a los reality en Possesion, o la secuela que mas se ha hecho de rogar, Machete Kills, con Robert Rodriguez dando rienda suelta de nuevo a su feo héroe trash Danny Trejo.

La otra cara del festival, la del mimo a autores exquisitos, es la que ha ido creciendo año a año hasta crearle crisis existenciales a la afición clásica, a los «isidros» gore de Sitges, más partidarios de las sierras mecánicas que de las disquisiciones diletantes de los vampiritos de Jim Jarmusch de Only Lovers Left Alive, de las adaptaciones del genio dela literatura de ciencia-ficción Stanislaw Lem en The Congress, donde los actores Robin Wright y Harvey Keitel alternan protagonismo con figuras de cómic, o con la marcianada del danés Nicolas Winding Refn Only God Forgives, en la que repite con el hoy en boga Ryan Gosling en un dislate de subida de humos autoral tras el éxito de Drive.

Panahi

No digamos ya lo que pensarán los salafistas defensores de las esencias del Sitges de la hemoglobina y las amputaciones cuando dan con que este festival estrena en España al pope Jean Luc Godard en un experimento tridimensional; o a un autor iraní, Jafar Panahi, que es ya más famoso por su situación civil: el régimen lo tiene confinado en su casa. Y él filma las ventanas, las paredes, las cortinas. Y los festivales lo premian porque queda muy bonito.

Y entre caníbales, lobos feroces y violadores del celuloide, una presencia gallega con punto freak de barrica: Toñito Blanco, el malogrado padre de los garrulos lisérgicos, protagonista del singular biopic Solo,perdido y vicioso.