Muchos grandes escritores han sido también grandes cinéfilos. El mexicano Carlos Fuentes (1928-2012) era uno de ellos. En su caso, fue una pasión heredada de su padre, quien anotaba en un cuaderno, como un contable del cine, todas las películas que veía. Pantallas de plata permite a Fuentes emular póstumamente el ejemplo paterno y reúne casi una veintena de textos que permiten recorrer la era dorada del séptimo arte, con una especial atención a la fábrica de sueños de Hollywood: las películas mudas, como las de Chaplin y Keaton; las comedias de los hermanos Marx, los musicales de Astaire y Rogers, los destellos de estrellas como Gable, Grant, Stanwyck o Davis, sin olvidarse del género negro o grandes directores como Vidor y Capra. A pesar de la preeminencia norteamericana, Fuentes no se olvida de Europa y dedica un buen capítulo a Rossellini. Como también lo hace al cine latinoamericano, ya que escribió guiones para adaptaciones de obras de García Márquez o Rulfo. Un buen testamento literario y también cinéfilo.