Modiano o el rostro de mujer que desata un viaje al pasado

HÉCTOR J. PORTO REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

THOMAS SAMSON | Afp

Anagrama recupera dos novelas y mantiene el arrastre del Nobel 2014 ayudado por la falta de tirón de Svetlana Alexiévich, la última premiada

01 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«El avión de la Aeropostal no era ya sino un punto en el cielo. Yo me imaginaba todas esas sacas de cartas con los sellos caducos desde hacía cincuenta años. La mayoría de los destinatarios había muerto y también los que habían enviado las cartas, y las señas en los sobres estaban tan caducas como los sellos. Y, sin embargo, unas pocas personas que vivían aún iban a recibir las cartas y, para mayor sorpresa suya, tendrían en las manos un fragmento intacto de su juventud, un meteorito caído de un planeta que había desaparecido hacía una eternidad». Esta ensoñadora evocación que desata en Jean Moreno (ciudadano francés que se esconde en un decadente puerto franco de la costa africana bajo el nombre de Jimmy Sarano, protagonista de Ropero de la infancia) la visión del paso de un avión sobre la playa describe de forma bastante fidedigna el mecanismo que pone en marcha las narraciones de Patrick Modiano.

El correo que trae noticia del pasado -una noticia que impulsa ese viaje casi siempre por calles vacías, la persecución de fantasmas- suele ser un rostro de mujer. Así ocurre en la mencionada Ropero de la infancia (1989) y también en Viaje de novios (1990), que acaba de recuperar el sello Anagrama en la excelente traducción al castellano de María Teresa Gallego Urrutia. En ambas el personaje central se llama Jean -bien podría ser un trasunto del propio Modiano- y ambas comparten un regreso a un París incierto y brumoso, y hasta localizaciones como el Museo de las Colonias o el zoo. Da igual si Sarano se ha refugiado -huyendo de un suceso desgraciado, y de sí mismo- en un escenario colonial que quizá sea Tánger, donde trabaja como guionista de radio. Tanto Jean Moreno como Jean B. -documentalista- persiguen a mujeres que [de algún modo] amaron en otro tiempo y que tuvieron un desgraciado [oscuro] final. Modiano, siempre escribiendo la misma novela. Un suelto en un periódico, una coincidencia fatal en un hotel milanés, unos viejos esquíes de madera, unos rasgos en una joven hermosa, una habitación en un hotelucho... Todo conduce a remover el pasado, a escarbar en la memoria dormida, a enfrentarse a vivencias turbias, en pos de explicaciones. No importa si la pesquisa obliga a comprar un plano antiguo de París, a poner en riesgo una relación sentimental, a echar por tierra una forma de vida y un trabajo -aunque sea en el destierro y un empleo sin brillo-... De repente, nada es tan importante como esa febril investigación y poner la vida en sintonía con esa verdad oculta y ya olvidada.

La medida temporización que maneja Anagrama en la puesta al día de la producción de Modiano -apenas un mes separa la publicación de ambas novelas- mantiene el arrastre del Nobel del 2014, ayudado por la falta de tirón, el desconocimiento, que pesa aún sobre la ucraniana Svetlana Alexiévich, la última premiada.