Graciela Iturbilde: «La fotografía no es un testimonio de una historia, sino de uno mismo»

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Graciela Iturbide afirma que para ella la fotografía es su «terapia del alma»
Graciela Iturbide afirma que para ella la fotografía es su «terapia del alma» Fundación Mapfre

La Fundación Barrié abre el miércoles en A Coruña una muestra con 186 imágenes de la artista mexicana

23 oct 2018 . Actualizado a las 14:22 h.

Graciela Iturbide (Ciudad de México, 1942) ha retratado eso tan difícil como es el alma de un país. Entre el documento antropológico y la mirada de artista, sus coordenadas han aportado una singularidad de engañosa sencillez a sus fotografías, desde las humildes mujeres de Juchitán a las huellas de Frida Kahlo o los grandes nombres de la escena literaria.

El próximo miércoles la Fundación Barrié inaugura en su sede de A Coruña, en colaboración con la Fundación Mapfre, una muestra con 186 fotografías de la mexicana que se podrá ver hasta el próximo 27 de enero.

-Esta primavera se ha podido ver en Alcobendas una muestra con 70 fotografías suyas, mientras que la de A Coruña se amplía a 186. ¿Qué se podrá encontrar a mayores en esta exposición?

-La exposición de Alcobendas con 70 fotografías eran piezas que ellos consiguieron de coleccionistas por su parte. La exposición que ustedes van a ver se amplía a 186 porque Mapfre tiene esta colección y son ellos los que las van a mandar.

-Cuando ve una selección de su trabajo en un museo o un espacio expositivo, ¿qué piensa sobre tantos años de trayectoria?

-Estoy totalmente cansada después de tantos años de trayectoria. Me da mucho gusto, pero estoy agotada.

-Usted empezó los estudios de cine y posteriormente se dedicó a la fotografía cuando ya se había divorciado y era madre. ¿Qué cree que aportó a su trabajo esa experiencia vital, con respecto a quienes se inician a edades más tempranas y con menos años vividos?

-Afortunadamente, mis hijos siempre han sido cómplices de mi trabajo y muchas veces viajaron conmigo para hacer estos trabajos.

-¿Todo retrato es un autorretrato, en el sentido de que la experiencia y personalidad de quien está detrás de la cámara también influye en el resultado?

-Evidentemente, en el resultado de mis fotografías se ve la influencia que yo he tenido de otras disciplinas.

-El punto de vista es crucial en una imagen. ¿Qué asocia a cada elección formal al tomar una foto y qué la lleva a elegir un punto de vista u otro?

-Generalmente, todo lo hago por intuición, muchas veces me agacho para tomar las fotografías que me gustan. No elijo, es la intuición que me hace tener un punto de vista.

-Usted trabajó con Álvarez Bravo, quien le dio el consejo de no precipitarse: «Siempre hay tiempo». Si lo contrastamos con el «instante decisivo» de Cartier-Bresson, ¿son contradictorios o complementarios?

-Álvarez Bravo me dijo: «Hay tiempo, hay tiempo». Y Cartier-Bresson habla de otra cosa, habla del instante decisivo. Estos conceptos no son contradictorios, son complementarios.

-Le hizo caso y se ha tomado su tiempo en su trabajo. Muchas de sus series, como la de Juchitán, habrían sido imposibles sin tiempo y complicidad. ¿La fotografía es testimonio final de una historia que nosotros, como espectadores, debemos imaginar?

-Efectivamente, trabajé con mi tiempo en Juchitán. La fotografía no es un testimonio de una historia, es un testimonio de uno mismo. Yo interpreté a Juchitán a mi manera.

-Y en lugares como la India, con otros idiomas y otras coordenadas culturales, ¿cómo se establece esa complicidad?

-En la India es muy fácil fotografiar, la gente es cómplice porque le encanta que la fotografíe.

-¿El secreto es tratar con la misma dignidad, colocar en el mismo plano de igualdad moral a niños de la India que se ven obligados a prostituirse y a celebridades que posan para la cámara?

-En todas las fotografías que yo tomo pretendo que haya dignidad en el sujeto.

-Ha retratado a grandes escritores y quiso ser escritora usted misma. Rulfo lo fue y también fotografió. ¿Qué le parecen sus imágenes y sus libros? ¿Y cómo habrían sido sus historias de haber sido escritora?

-Efectivamente, quise ser escritora. Rulfo me fascina, es un escritor de talla internacional, y sus fotografías tienen que ver con su literatura.

«Revelar es un ritual para mí»

Graciela Iturbide empezó sus estudios de cinematografía, pero el encuentro con Álvarez Bravo la orientó de la imagen en movimiento al fotograma que detiene el tiempo. Desde entonces, el blanco y negro ha sido su lenguaje expresivo preferente, al igual que nunca ha abandonado los sistemas analógicos de fotografía y revelado.

-Le han preguntado en numerosas ocasiones por su uso cromático, pero no puedo dejar de preguntárselo aquí otra vez. ¿Cómo describiría su relación con el blanco y negro?

-En cuanto al blanco y negro, Octavio Paz decía: «La realidad es, pero es en blanco y negro». Desde que trabajé con Álvarez Bravo trabajé en blanco y negro, aunque trabajé algunas fotos a color.

-También sigue trabajando en analógico. ¿Cree que la magia del revelado es que también es revelación, el ver cómo aparece esa imagen, como dar cuerpo a un fantasma, en la cubeta con los líquidos?

-Sigo trabajando en blanco y negro, es un ritual para mí revelar y ver mis contactos y elegir mis fotos.

-Ahora, en cambio, vivimos una apoteosis digital, no ya de cámaras, sino de exhibición: nunca tantas imágenes se hicieron ni tanto se difundieron, pero da la impresión de que mueren al nacer, ahogadas en ese océano digital. ¿Qué le parece esa omnipresencia?

-Evidentemente, vivimos en una apoteosis digital, me parece bien que existan todas estas fotografías. A veces es difícil ver fotografías en la publicidad y en Internet, pero yo hago fotografía porque es mi necesidad, porque es mi terapia del alma.