El inesperado regreso a Galicia de John Malkovich

m.c. A CORUÑA / LA VOZ

CULTURA

Eduardo Pérez

El actor americano, invitado a un homenaje a Chema Prado y Bertolucci en A Coruña, revela un viaje a Ponte Maceira hace 30 años

23 mar 2019 . Actualizado a las 20:21 h.

El hijo del conservacionista salió al escenario vestido del color de las piedras, echó una mirada de reojo al abarrotado patio de butacas del Teatro Colón de A Coruña y antes de llegar al micrófono ya se había metido en el bolsillo al público que acababa de hacer cola para verlo -también la película que siguió- con su presencia imponente y parsimoniosa. Es, que se sepa, la segunda visita que el actor estadounidense John Malkovich (Christopher, Illinois, 1953) realiza a Galicia. De la primera se supo solo unos segundos antes, cuando Chema Prado, programador y durante 27 años director de la Filmoteca Española, reveló un viaje por Ponte Maceira, la Costa da Morte y A Coruña, al que invitó al actor al poco de conocerlo, en 1989, en el rodaje en Tánger de la adaptación cinematográfica de la novela de Paul Bowles El cielo protector, dirigida por su amigo Bernardo Bertolucci.

A Prado, nacido en Rábade y honrado en el 2016 con el Premio Cineuropa, lo reconoce ahora el Centro Galego das Artes da Imaxe (CGAI) con un ciclo de cine para el que le ha dado carta blanca y una exposición fotográfica en el ayuntamiento coruñés, que colabora en el homenaje. El resto es una historia entre amigos. La reciente muerte de Bertolucci movió al programador a rendirle tributo incluyendo justamente el filme que cerró este triángulo amistoso al que Malkovich se refirió ayer con gratitud en la presentación de la proyección. No solo porque en el rodaje de El cielo protector conoció a la madre de sus hijas, una de ellas ahijada de Prado, «el trabajo más duro que ha tenido jamás», bromeó el americano. «A través de Chema y Bernardo he conocido a cineastas como Manoel de Oliveira, Liliana Cavani, Paulo Branco, Antonioni..., ese enorme acervo cultural europeo que se transmite en sus filmografías», reconoció el también realizador y productor. 

John Malkovich recordó a un Bertolucci divertido pero serio en el trabajo, poseedor de «un conocimiento cultural profundo» que no se reducía al mundo del cine e «infundía a todo lo que hacía». Y reveló una devoción personal por Jane Bowles, «una de las escritoras estadounidenses que más me gustan -apuntó el cineasta-, una gran escritora con problemas de salud mental que la mantuvieron recluida en una institución psiquiátrica de Málaga durante 16 años». Nada más que a la historia de los Bowles y de sus amigos Bertolucci y Prado sirvió ayer John Malkovich con su voz teatral y el gesto pausado.