Las facciones humanas de lo divino

Xesús Fraga
Xesús Fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Eccehomo pintado por Tiziano en 1547
Eccehomo pintado por Tiziano en 1547 museo del prado

El director de la Wallace Collection de Londres, Xavier Bray, analizó en A Coruña las representaciones de los eccehomos en el arte desde el siglo V hasta la actualidad

22 nov 2019 . Actualizado a las 08:59 h.

«Y salió Jesús, llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilatos les dijo: ¡He aquí el hombre!». Así describen los evangelios un pasaje de la pasión de Cristo que ha generado un repertorio iconográfico conocido como eccehomo que arranca cuatro décadas tras la muerte del mesías y que llega hasta hoy. Su historia es el tema de la conferencia Ecce Homo: la presencia humana, que el director de la Wallace Collection de Londres, Xavier Bray, impartió este jueves en la sede coruñesa de la Fundación Barrié, dentro del ciclo que organiza junto a Amigos del Museo del Prado. La próxima cita será el día 28, a cargo de la profesora de la Complutense Marta Poza, con la ponencia In petra, sub gratia: la monumentalización de los ciclos evangélico y escatológico en el arte románico.

Bray, que arrancará con un relieve en marfil del año 430 para abordar obras de Rembrandt, Velázquez o Rubens antes de llegar a Mark Wallinger y el siglo XXI, cree que es precisamente ese elemento humano en la divinidad lo que hace tan atractivos los eccehomos, ese momento crucial en el que el pueblo debe decidir si está ante un hombre o ante el hijo de Dios. Una escena que han reinterpretado grandes genios del arte desde su propia lectura y la del tiempo en que vivieron. «Como si fuesen un director de cine, algunos situarían la cámara para darnos un primer plano, mientras que otros prefieren mostrarlo desde más lejos, recreándose en los detalles, el contexto, la atmósfera», explica Bray. El especialista también señala otro matiz, el hecho de que los primeros eccehomos retrataban un Cristo más poderoso —«casi como un Hércules, una figura mitológica»—, pero luego se asentó una visión de un personaje hundido, torturado.

La historia de los eccehomos también es testimonio del poder de la Iglesia como patrona de las artes y cómo estas transmitieron su ideario. Hoy en día las circunstancias son bien diferentes con respecto a períodos como la Contrarreforma, por ejemplo, pero Bray aporta ejemplos de la validez de esta iconografía, como la figura que Wallinger situó en 1999 en el cuarto pedestal de la londinense Trafalgar Square, y que el investigador define como «algo extraordinario». A su juicio, la pieza refleja la «fragilidad del ser humano», una noción que Bray relaciona con otra imagen icónica, la del manifestante que se enfrenta en solitario a los tanques en otra plaza célebre, Tiananmen. También es consciente, cómo no, de la fallida restauración del eccehomo de Borja, que, aunque no la incluye en su conferencia —«me he centrado en obras maestras»—, habla a las claras de cómo «la imagen no ha perdido su poder y capacidad de repercusión popular».

Xavier Bray hablará de cómo los artistas abordaron los eccehomos a lo largo de la historia
Xavier Bray hablará de cómo los artistas abordaron los eccehomos a lo largo de la historia ÓSCAR CORRAL

El papel de los museos

Frente a quien ve en los grandes museos como los nuevos templos de estos tiempos secularizados, Bray prefiere hablar de ellos como «lugares de encuentro y descubrimiento», abiertos a las culturas y a las personas, algo especialmente importante «en estos tiempos de división». Como en cualquier otro sector británico, la sombra del brexit planea sobre la Wallace Collection y el sector de las artes en general. «Es posible que en lo económico o en lo turístico vivamos un cierto aislamiento, pero no creo que ocurra en lo cultural», prevé Bray, sin ocultar las dudas sobre el resultado del proceso que caracteriza cualquier conversación sobre el tema. «En esto no hay fronteras y seguiremos colaborando. Sé que puedo contar con el Prado y ellos pueden contar con nosotros si necesitasen algo de Reynolds, por ejemplo», ilustra Bray, nacido en Londres en 1972 y que explica en perfecto castellano con un leve acento francés —influencia quizá de su bisabuelo vascofrancés— cómo hizo su tesis sobre Goya y su profundo conocimiento sobre la pintura española: «Seguiré siendo un embajador de Goya aquí, algo que ahora habrá que hacer con mayor responsabilidad y más esfuerzo».