Jenni Hermoso: «Desde ese momento (el beso de Luis Rubiales) no he podido vivir libremente»

Antía S. Aguado REDACCIÓN / LA VOZ

DEPORTES

La jugadora, que abrió ayer el juicio del Caso Rubiales con casi tres horas de declaración, apunta que recibió amenazas de muerte: «Sentí miedo»

03 feb 2025 . Actualizado a las 16:24 h.

Violentada. Poco respetada. Y muy desprotegida. Así se sintió Jennifer Hermoso tras el beso que le dio Luis Rubiales después de ganar el campeonato del mundo en Australia. En ello incidió este lunes, cuando dio comienzo un juicio en el que la Fiscalía pide para el expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) dos años y medio de prisión —uno por presunta agresión sexual, y uno y medio por delito de coacciones—.

Desarrollo de los hechos

«Lo siguiente fueron sus manos en mis orejas y el beso»

«Tocaba el pasillo de saludar a las autoridades. Saludé a la Reina, a la hija y, lo siguiente, fue encontrarme con Luis Rubiales. Nos abrazamos, le dije ‘la que hemos liado' y fue cuando él pegó el brinco y me dijo ‘hemos ganado este Mundial gracias a ti'. Lo siguiente fueron sus manos en mis orejas y, lo siguiente, el beso», relató la futbolista en la Audiencia Nacional. Jennifer Hermoso sostuvo que: «En ningún momento busqué este acto y ni mucho menos me lo esperé».

¿Hubo consentimiento?

Sin capacidad de reacción

La teniente fiscal Marta Durántez realizó varias preguntas sobre un posible consentimiento. «¿Le dijo ‘te puedo dar un beso o un piquito'?», se cuestionó. «Fueron milésimas de segundo» en las que, reconoce, no tuvo «capacidad de reaccionar en ningún momento». «Sentí que estaba fuera de contexto totalmente, sabía que me estaba besando mi jefe, y eso no debe ocurrir en ningún ámbito social ni laboral. Se me faltó al respeto», expresó.

—Si le hubiera hecho esa pregunta, ¿habría accedido?

—No.

«Me sentí poco respetada. Fue un momento que manchó uno de los días más felices de mi vida y en ningún momento busqué ese acto ni lo esperé», denunció.

Vida tras el beso

Desprotegida por la RFEF

Hermoso afirmó haberse sentido «totalmente sola» y «desprotegidísima» por parte de la federación española, alegando que nadie se había preocupado por cómo estaba o qué necesitaba. Tras el episodio, dijo sentir que su vida se ha quedado en «stand by».

«Siento que desde ese momento no he podido vivir libremente», destacó. Subrayó, además, que se tuvo que marchar de Madrid con su familia porque «por un momento sentí miedo de ir por la calle». «Recibí amenazas de muerte, era insostenible la situación. Mi vida cambió desde ese momento», incidió.

Una «encerrona» de Rubiales a la jefa de prensa

Ana Álvarez y Patricia Pérez, exdirectora de fútbol femenino y jefa de prensa, respectivamente, fueron las primeras testigos en declarar. Pérez apuntó que sufrió «una encerrona» por parte de la directiva y que Rubiales la instó a mentir sobre cómo ocurrió el beso con Jenni Hermoso.

Aseguró que le llamó por teléfono el responsable de comunicación (Pablo García Cuervo) para señalarle que había que «frenar ese ruido mediático». Para ello, «lo mejor» era que la jugadora dijese «unas palabras» que describiesen el beso «como algo anecdótico». Ese texto y una versión literal de Hermoso que no aprobó fueron incluidas en el comunicado oficial.

Todo ello se tratará en la sesión de este martes, en la que testificarán García Cuervo y el seleccionador masculino Luis de la Fuente.

Por su parte, Álvarez destacó que sufrió una reprimenda por parte del expresidente por no haber hablado con Jennifer Hermoso, como este le había pedido, con el fin de hacer un comunicado conjunto.

Chema Moya | REUTERS

La jugadora reconoce presiones para detener el ruido mediático

De manera firme, Jennifer Hermoso relató en la Audiencia Nacional las presiones a la que fue sometida para, en palabras de Albert Luque, exdirector deportivo de la federación, «quitarle el mayor marrón de su vida» a Rubiales.

Después del beso se sucedieron las «incontables» peticiones para que hiciese un comunicado conjunto con Rubiales. En un primer momento, en el bus, se acercaron los responsables de prensa de la federación con un comunicado «supuestamente escrito» con sus palabras y al que ella habría dado consentimiento a que lo escribieran y lo mandaran. «Lo leí por encima porque sabía que no había escrito ninguna palabra ni me había reunido con nadie. En ningún momento di mi consentimiento, nunca dije que estaba conforme. En un momento de hartazgo les dije: ‘Haced lo que queráis' y me volví a por mis maletas. Estaban haciéndome partícipe de algo que no había hecho», apuntó Hermoso en el juicio.

Las presiones también abarcaron el trayecto hacia el aeropuerto, el avión de vuelta a España y el posterior viaje de celebración a Ibiza. «En un momento que fui al baño me encontré con Luis Rubiales y me dijo que le ayudara, que hiciera un vídeo con él, que se estaba liando, que le estaban llamando acosador y acusándole de agresión sexual. Me lo pidió por favor por sus dos hijas que estaban ahí en el avión», relata la madrileña. Tras esa conversación, cuenta que se puso a llorar junto a varias compañeras.

A estas presuntas coacciones se sumaron las que habría vivo en Ibiza. Mientras comían, se acercó Rubén Rivera, en ese momento responsable de Márketing de la Federación y también acusado en el juicio, al que Hermoso señaló como persona de la confianza de Rubiales. Según el testimonio de la campeona del mundo, este le habría dado un teléfono para que hablase con el entonces director de Integridad de la Federación, Miguel García Caba, para presuntamente participar en un «proceso de protocolo de la Federación». «Me dijo que no estaba obligada, pero que había que hacerlo porque es un protocolo interno de la Federación y faltaba mi parte de decir lo que había pasado», apuntó.

El «mayor marrón de su vida»

Hermoso se negó a hacerlo y, el siguiente en acercarse a ella, fue Luque, cuya presencia en la isla le resultó extraña: «Lo que sí entiendo es que, si está en hotel, justamente donde estábamos nosotras, era por alguna intención».

Según expone la jugadora, Luque intentó que ella suavizase lo ocurrido. Hermoso, «agobiada» por las incesantes aproximaciones, le derivó a su amiga Ana Ecube. «Como yo no le contestaba, le dijo a mi amiga que me deseaba lo peor en la vida por no quitarle (a Luis Rubiales) el peor marrón de su vida», contó.

Finalmente, subrayó que denunciar el beso tuvo sus consecuencias: «Más tarde se vio lo que fue, que es no ir a la selección. Estaba negándome a hacer algo que en ese momento mi jefe estaba queriendo hacer. Él era el que mandaba».