Sam Mendes: «''1917'' no es una película nacionalista sobre cómo eran de valientes los británicos y lo horribles que eran los alemanes»
CULTURA

Tras abandonar el universo 007, el cineasta británico estrena en España este viernes su última obra, un filme sobre la Gran Guerra inspirado en los recuerdos de su abuelo
10 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.El realizador Sam Mendes (Reading, 1965) estrena hoy la película 1917, una epopeya ambientada en la Primera Guerra Mundial y rodada en un falso plano secuencia. El cineasta británico -que saltó a la fama en 1999 con su ópera prima American Beauty y que rodó dos poderosas entregas de James Bond, Skyfall (2012) y Spectre (2015)- se inspiró en su nueva obra en una historia que le había contado su abuelo para poner el foco en dos jóvenes soldados que reciben la orden de ejecutar una misión casi imposible. Nada más llegar a los cines estadounidenses, 1917 ya triunfó -en la madrugada del lunes- en la gala de los Globos de Oro, donde se alzó con los galardones al mejor drama y la dirección, dejando a El irlandés de Scorsese con la miel en los labios. Es su primer largometraje tras decir no a dirigir una tercera cinta de 007.
-¿Ha sido muy doloroso desprenderse de la saga Bond?
-No, no lo ha sido [ríe]. Cinco años [dedicados a Bond] es mucho tiempo y tenía la sensación de que ya había llegado el momento. Lo disfruté, fue una gran aventura, pero necesitaba hacer algo con personajes y entornos diferentes, algo más personal.
-Asegura que se ha inspirado para este filme en una historia que le contó su abuelo.
-Sí, él me explicó cómo vivió la Primera Guerra Mundial y, aunque esto no trate exactamente sobre sus vivencias, me inspiró para hacer esta película. Él es el motivo de mi fascinación por este acontecimiento histórico. También quería contar que en la guerra se trata más de casualidades y de tener suerte y no tanto de heroísmo. En definitiva, quería contar la historia del gusano, de la persona más baja de la guerra, del soldado raso del ejército, y quería dar esta perspectiva de sus recuerdos. Todo eso se quedó conmigo y, cuando por fin reuní la valentía, me inspiró para escribir mi propia película.
-Es la primera vez que rueda una película sobre un guion propio. ¿Fue complicado dejar el ego a un lado y cortar lo que no funcionaba los suficientemente bien en pantalla?
-No, al contrario, es mucho más fácil cuando es tuya la historia. Antes siempre me sentía culpable cuando tenía que quitar líneas del guion que había escrito otra persona, pero cuando el guion es tuyo tachar cosas, cortar por aquí y por allá y moldear es fácil.
-¿Por qué razones decidió usted contar la historia en una toma continua y a qué retos tuvo que enfrentarse?
-Rodé la película en un plano secuencia porque quería encerrar al público con los personajes principales, sin que se pudiera escapar, para que sintiera cada segundo que pasa con ellos. Los retos, por otro lado, eran bastante obvios. No tienes escapatoria, no puedes volver atrás, no podía cortar ni dejarme fuera nada, tenía que tener en mente todo el rato el ritmo, el tempo y la forma de la película. Tenía que hacerlo bien desde el principio y se tardaba mucho tiempo y era muy frustrante a veces y pensaba: «¿Por qué me he hecho esto a mí mismo? Tengo un buen guion, podía haberlo filmado de un modo normal». Pero cuando tienes esas tomas es tan emocionante que quieres seguir adelante.
-En una película así, ¿hay espacio para la improvisación?
-No se puede improvisar lo que la cámara hace, cada uno de sus movimientos tiene que ser muy preciso. Pero sí hay espacio para la improvisación con los actores, incluso aunque el viaje físico sea más o menos similar. Sí que tuvimos bastantes accidentes felices o afortunados, secundarios que se caían, cambios meteorológicos, el fondo de una toma que de repente cambiaba o en un momento crucial Schofield [George MacKay] se caía y no estaba planeado... Y en estas cosas, cuando estás animando a los actores a vivir sus personajes tanto como a actuarlos, quieres que haya sensación de vida real, quieres que pasen momentos difíciles y no quieres ser demasiado preciso.
En su película 1917 Sam Mendes apenas cuenta nada del conflicto bélico. Es muy difícil abordar un tema de este calado sin hablar de política. Con esta obra, el cineasta británico se ha puesto en una situación en que podrían terminar por acusarlo de equidistancia, de no tomar partido.
-Sí se puede abordar la Gran Guerra sin hablar de política porque se trata de contar la experiencia bélica y no se trata de una película nacionalista sobre cómo eran de valientes los británicos y lo horribles que eran los alemanes. Los personajes de esta historia podrían ser de cualquier nacionalidad. Resulta que son ingleses porque yo también lo soy, pero para mí no se trata de una película política. El enemigo es invisible y cuando se encuentran con dos o tres alemanes están tan confundidos y tienen tanto miedo como ellos, por tanto trata sobre cómo todo el mundo en este conflicto estaba perdido y luchando para hacer lo mejor posible.
-A veces la película parece un videojuego: unos personajes reciben el encargo de una misión y superan retos. ¿Están ambos medios retroalimentándose cada vez más?
-No lo creo, pero entiendo lo que dice. Pienso en juegos como Red Dead Redemption 2, que le encanta a mi hijo, y en cómo te hipnotiza. Estás siguiendo al personaje principal en una toma, pero la diferencia es que no te implicas emocionalmente de la misma forma con los videojuegos y también que en un juego eres tú quien determina lo que pasa. Aquí te estoy contando yo una historia, yo controlo los ritmos y tú te tienes que entregar a la experiencia. Pero estoy sorprendido por la brillantez de los diseñadores y la parte artística de los videojuegos. Es una locura el nivel de detalle de muchos de ellos. Es increíble que estés encantado de cubrir distancias a caballo sin que pasen grandes cosas y eso pasa también un poco aquí, en la película. No hablan, simplemente están viajando.