Cien años de Miguel Delibes, el superventas de buena literatura

Iker Cortés MADRID / COLPISA

CULTURA

Europa Press

La Biblioteca Nacional retrata al escritor en una amplia muestra que repasa su figura

27 abr 2023 . Actualizado a las 19:22 h.

Hay una sala en Delibes -la exposición que recientemente inauguraron los Reyes en la Biblioteca Nacional de España sobre el genial escritor- que resulta sobrecogedora. Tenuemente iluminada, aprovecha la luz de unos focos para dirigir la mirada del visitante a una vieja mesa de madera, a la que el uso y el abuso durante tantos años han llenado de tinta, marcas de vasos y quemaduras de cigarrillos. La voz de José Sacristán lee las primeras páginas de obras como Cinco horas con Mario, Los santos inocentes o Las ratas y a uno no le cuesta imaginar a Miguel Delibes (1920-2010), el autor de tanta literatura con mayúsculas, encorvado sobre la tabla, insuflando vida e historia a tantos y tantos personajes, de su puño y letra.

«No puedo escribir a máquina, me parece que las ideas no fluyen», llegó a decir el narrador, tal y como se recuerda en una de las paredes. Por eso, dispuestos alrededor de la mesa, se encuentran seis de los manuscritos originales que Delibes redactó en aquellas cuartillas que El Norte de Castilla le confeccionaba con el papel sobrante de las bobinas en las que se imprimía el periódico. Tachones, añadidos y cambios estructurales dominan una escritura recta y primorosa en la que se puede atisbar su genio creador.

Pero Delibes, la muestra que celebra los cien años del nacimiento del autor castellano -y que estará abierta al visitante hasta el 15 de noviembre, después recalará en su Valladolid- no se ciñe solo a lo literario. «Austera y discreta como él, pero llena de emoción», explica su comisario, el periodista y escritor Jesús Marchamalo, la exhibición evita caer en lo solemne, descubriendo al autor en todas sus facetas. A través de fotografías, cartas, libros, retratos y objetos de lo más variado -reúne más de 250 piezas-, se conoce al «superventas de buena literatura», como lo calificó la directora de la Biblioteca Nacional, Ana Santos, sí, pero también se abre la puerta a un Delibes íntimo y desconocido, que destierra, en parte, «la imagen de huraño que siempre cultivó».

La exposición arranca con un repaso a los vínculos familiares del creador de El hereje, el tercero de ocho hermanos, con fotografías del pequeño Miguel en la escuela o una imagen insólita del escritor lanzándose al agua, con la nariz tapada -algo que nunca dejó de hacer-, cuyo original, indica Marchamalo, iba con una leyenda detrás: «El agua está tan fría en Sedano que uno solo puede meterse saltando».

Un retrato de Ángeles de Castro, la esposa de Delibes, obra de Eduardo García Benito, que tuvo siempre tras su mesa de trabajo, corona otra de las secciones de la muestra, junto a la máquina de escribir que esta le regaló en la pedida de mano -cuando a Delibes aún no se le había pasado por la cabeza ser escritor-, así como algunos de los libros con los que ambos empezaron a conformar su biblioteca.

Hay espacio para el joven profesor, para el viajero, para el divertido caricaturista que firmaba como Max -se exhiben ocho plumillas originales que nunca habían visto la luz- y para el periodista de El Norte de Castilla, diario que dirigió hasta 1964, cuando presentó su dimisión por presiones franquistas -un apartado aborda la censura que tuvo que batallar en multitud de frentes-. Pero también hay espacio para el cazador y conservacionista del que permanecen unos grandes prismáticos y un libro «muy sobado» de identificación de aves. «Nunca estuvo en una montería, nunca entendió a los señoritos que fardan de las piezas cobradas. Entendía la caza como algo muy apegado a la cultura del mundo rural. Salía con su escopeta y su perro y muchas veces venía de vacío», resume el comisario.

La otra parte de la muestra recorre la totalidad de su producción literaria, con el premio Nadal que le fue otorgado en 1947 como punto de partida. Muchas primeras ediciones, su destacada relación con el cine y el teatro y los galardones que recibió a lo largo de su carrera, como el Príncipe de Asturias de las Letras o el Cervantes, se dan cita allí. Elisa Delibes de Castro, presidenta de la Fundación Delibes e hija del autor, destaca «la coherencia y sobriedad» de la exposición: «Hubiera gustado mucho a mi padre esta muestra, de la que se sentiría muy orgulloso», dijo.

El autor y Destino, un vínculo feraz e indisoluble

 

R. Jiménez

Toda la obra literaria de Delibes, con alguna santa e inocente excepción, lleva el lacre de la editorial Destino, un sello creado en 1942 por Josep Vergès y Joan Teixidor que, al hilo de su longevo y vigente premio Nadal, publicó a los principales autores españoles de la segunda mitad del XX. Fue el caso de Delibes, ganador en 1947 con La sombra del ciprés es alargada, primer eslabón de una cadena de casi 70 títulos en su mayor parte estampados por Destino, que festeja el centenario del escritor con una antología de textos de inminente aparición.

El escritor Jesús Marchamalo y la catedrática Amparo Medina-Bocos se han encargado respectivamente del relato biográfico y de la selección de textos de El libro de Miguel Delibes, con un abundante fondo gráfico y documental, cedido por la familia del novelista, como tercera pata de esta trébede conmemorativa.

«Desde el principio fue un absoluto portento de la literatura, un autor excelentemente dotado para la narrativa, con abundantes títulos que se siguen reeditando más de cincuenta años después», explica Marchamalo. La modernidad y pertinencia de su escritura «es la que define a un clásico y él lo fue en la medida que toda su obra responde a cuestiones que trascienden el momento en que fue publicada», añade el también comisario de la muestra de la BNE.

A lo largo de casi 500 páginas, el lector se desliza por la vida de una persona normal que responde a los parámetros de su época hasta desembocar en varias actividades simultáneas: el periodismo, la literatura y la docencia. Marchamalo tira de un hilo biográfico que corroboran los textos de Delibes seleccionados por Medina-Bocos y rubrica, en cada etapa de su vida, un amplio y variado caudal de imágenes personales y profesionales.