Juan Lesta: «El formato del videoclip se ha visto destrozado de manera muy salvaje»

CULTURA

El músico Brian Eno eligió una de sus piezas visuales para apoyar su nuevo disco «Mixing Colours»
02 nov 2020 . Actualizado a las 16:07 h.Durante el confinamiento los músicos Brian y Roger Eno realizaron un llamamiento a videoartistas de todo el mundo para darle soporte visual a su disco Mixing Colours. La respuesta fue apabullante. Recibiendo más de 1.700 propuestas. Entre ellas se encontraba la de Juan Lesta (A Coruña, 1971), grabada en la costa ártabra de A Coruña y finalmente elegida. Su combinación de mar, niebla y luz sedujo al músico inglés. Se convirtió en el videoclip del tema Dark Sienna.
-Después de hacer vídeos para Fangoria, Astrud o La Buena Vida sorprende este paso tan diferente. ¿Qué ha cambiado?
-Que estoy también en un momento muy diferente [risas]. La música pedía eso. Desde que los móviles tienen cámara yo me dedico a recoger cosas que me parecen sugerentes, sin un destino claro. Simplemente lo guardo y, a lo mejor, en un futuro lo puedo recuperar. Este caso fue así.
-¿Por qué el mar?
-Tengo un montón de imágenes del mar. Es algo que me hipnotiza bastante. De siempre. Busqué qué era lo que me encajaba más. Llegué a este plano, donde apenas hay información. Es un espacio muy abierto, pero también muy íntimo, que es lo que también me transmite el disco. Me gusta que sea la costa de A Coruña. Que se vea que es flipante y que da para mucho. No hay que irse a ningún lado.
-La niebla gallega encaja muy bien con el «ambient». ¿Por qué no se había utilizado antes?
-No es fácil encontrarte con esas circunstancias. Fue una casualidad. Hace sol, niebla y el mar está en calma. Eso no pasa siempre. Se trata de pillarlo y aprovecharlo. Pero es un modo de entender el paisaje un poco diferente. A una persona que no esté acostumbrado al mar algo así le da un poco de miedo.
-Desde que usted empezó, el videoclip ha cambiado mucho. La última influencia la ha dado el «tik-tok». ¿Cómo lo ve?
-Por un lado, está ahí el hecho de que todo está más fragmentado y es más transmedia, pero al final el que marca es el artista y la discográfica. No sé, por ejemplo, si Brian Eno tiene cuenta en tik-tok [risas]. Antes hacías un videoclip y tenías muy claro que iba a los canales de televisión. Ahora las ramificaciones que tiene un videoclip son infinitas. Eso obliga a ser más versátil, aunque creo que el videoclip, en el sentido más clásico, perdura. Igual que las plataformas cambian el cine, pero se siguen haciendo películas. Aquí creo que ocurre exactamente lo mismo.
-Participó en el bum del videoclip nacional que hubo el primer lustro del siglo. Luego se produjo un parón. ¿Qué ocurrió?
-Sí que es cierto es que, alrededor del 2000, hubo una época muy pujante. Pero faltó mucho apoyo y gestión por parte de muchos actores. No solo las discográficas, sino por ejemplo la SGAE, que no gestionó bien los derechos de los videoclips. Esto hizo que con la llegada de la crisis todo se fuera al garete. Una ruina. Muy pocos de los realizados de esa época dorada del videoclip siguen hoy en día. Yo y Belén Montero, en Esferobite, decidimos irnos a la parte más experimental. Dejar esa parte comercial, que no compensaba.
-Y ahí aparece Brian Eno.
-Es que este trabajo engancha un poco con eso. Yo trabajo en el campo más artístico de la videocreación. Este vídeo sí que encaja ahí, es totalmente artístico. De hecho, en el contrato que firmamos con la discográfica simplemente le autorizas a utilizarlo. El vídeo sigue siendo mío. Cuando firmas con una discográfica el vídeo no es tuyo. Y eso presenta problemas sobre la rentabilidad a largo plazo. Si no te pagan mucho y no obtienes derechos de autor, no te compensa.
-¿Se ha instalado el «cutrerío» en el mundo del videoclip?
-No, la gente hace lo que puede. Yo respeto que la gente que no tenga dinero lo haga, porque hoy los grupos tienen que tener presencia constante en las redes sociales, eso está claro. Pero sí que creo que se instaló una discurso un poco falso. Realmente, las cosas hay que cuidarlas. Hay que hacer una producción decente, si quieres tener un producto que te acompañe. Y si no haces esa apuesta a ese nivel no lo vas a tener. Además, creo que el videoclip se convirtió en un cajón de sastre, un formato intermedio que la gente lo usa para acceder a otros trabajos. Hay gente de escuelas haciendo videoclips gratis, se paga muy poco por eso y el formato se ha visto destrozado de manera muy salvaje, desprofesionalizándolo.
«El mundo se paraba con cada vídeo de Michael Jackson»
Después de saborear las mieles de aquel momento dulce del pop español, en el que todo era posible a nivel audiovisual, llegó un vacío en el que hay muchas causas. «Yo creo que faltó un poco de visión estratégica -reflexiona Lesta-. Por ejemplo, París llegó a robarle durante un tiempo a Londres el puesto de capital europea del videoclip. Y fue a base de apoyo institucional. Había un apoyo bestial a las pequeñas bandas. En esa época Madonna y artistas de primer orden se fueran a rodar allí, en lugar de hacerlo en EE.UU. o Inglaterra. En España no hubo nada de eso. Incluso SGAE cambió el sistema de gestión de los derechos, haciendo casi imposible para un autor cobrar derechos. Yo, a día de hoy, no he cobrado ni un céntimo de SGAE de mis videoclips. Eso hace que la gente se desmotive».
-¿Qué videoclip le encendió la llama de querer dedicarse a esto de pequeño?
-No tengo uno, pero sí que recuerdo la época en el que cada lanzamiento de un vídeo de Michael Jackson era un acontecimiento internacional. Se paraba el mundo con cada vídeo que sacaba. Recuerdo, por ejemplo, el Black Or White de John Landis. Quizá esa sea la referencia más clara que tengo a los vídeos del pasado. También recuerdo la TVG cuando empezó. Los fines de semana no tenían programación suficiente. Enganchaban con Sky TV y tenía muchos videoclips internacionales. Los veía y tenía la sensación de que aquello era flipante.
-¿Con qué artista le gustaría trabajar en el futuro?
-Buff... Estoy en un momento de escuchar música muy tranqui, ambient y cosas cercanas a la música clásica. Por eso lo de Brian Eno me vino al pelo. Me flipan propuestas como Ólafur Arnalds, este pianista islandés que hace una mezcla muy curiosa entre electrónica y música clásica. La verdad es que me gustaría ir por ahí. Desde hace dos o tres años estoy en esa onda. Trabajo en cosas pequeñitas como la vuelta de Prozack, Carlos Ordóñez, que va a sacar disco en breve. Bastante ambiental también.