La voz de Van Morrison espolvorea magia en A Coruña

Javier Becerra
javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

EDUARDO PEREZ

El irlandés superó su anterior pase en la ciudad ofreciendo un concierto fluido, con aromas de swing y blues

01 abr 2022 . Actualizado a las 14:25 h.

Hace 22 años Van Morrison tocaba en A Coruña y, tras una hora escasa de concierto expeditivo y rácano en pasión, abandonaba las tablas dejando a la banda sola. Quería ser el primero en irse del Coliseum al hotel. Ayer, después de interpretar Gloria ante unas 5.000 personas, hizo lo mismo. Su banda (excepcional) se quedó en las tablas mareando la perdiz instrumental, mientras el irlandés ya daba el bostezo previo al sueño. La diferencia radica en que antes ofreció un recitall notable y muy superior al de aquel recuerdo generacional de la primera visita del mito a Galicia. Definitivamente, este Van Morrison de 76 años, entre el blues y el swing, superó a aquel, dejando un gratísimo sabor de boca.

Ajeno a las costumbres españolas, arrancó su concierto a las 20.30 horas, con mucha gente accediendo aún al recinto y la luz del día colándose por los cristales. Con una puesta en escena tan austera que le sobraba medio escenario, arrancó la noche con la instrumental Caledonia Swing y puso sobre la mesa su cartas. Sobriedad, precisión y elegancia. Pero pronto, entró en juego otro elemento diferenciador: su voz, limpia y fluida, modulada a tirones de emoción. Ahí hubo algo que se expandió en el Coliseum que no recordábamos de su anterior comparecencia. Llamémosle magia, chispa o simple bienestar. Sí, porque más allá de su antipática pose habitual, el Van Morrison que se vio ayer en A Coruña hizo algo parecido a bailar en algunas ocasiones. Y, sobre todo, cantó de maravilla.

Dándole un ropaje ligeramente swing a Someone Like You o la celebérrima Brown Eyed Girl. Rescatando cosas preciosas como These Dreams Of You o Days Like This, con variaciones que sumaron en lugar de restar. Recreándose en la magra historia del blues de John Lee Hooker y Bo Diddley para enlazarla con su Baby, Please Don't Go. Haciendo todo eso y gozando de un sonido perfecto, este Morrison de azul celeste se ganó a un público que puede que echara en falta temas que no se tocaron. Pero difícilmente lamentó los que sonaron en un Coliseum que aún tenía la huella de C. Tangana, Fito y los Fitipalids y todas sus espectaculares pantallas gigantes. Nada de eso hizo falta ayer. El León de Belfast se sirve de un telón negro y su leyenda. A mayores, la caída de una noche que, con su oscuridad, hizo brillar aún más lo que ocurría en el escenario.