Vari Caramés: «Yo sin swing no funciono»

CULTURA

ANGEL MANSO

El artista, que se define como «ferrolñés», dice haber recibido un impulso con la retrospectiva sobre su obra que se acaba de clausurar en Madrid

27 may 2022 . Actualizado a las 16:13 h.

Sentado en una terraza de María Pita al pusilánime sol de mayo y escuchando a Vari Caramés (Ferrol, 1953), el tiempo pierde importancia y todo es la voz y la verdad de este hombre valiente, cercano, profundo, divertido. Una leyenda de la fotografía, del arte contemporáneo.

—Eso de Vari...

—Es por Evaristo. Yo creo que me llamaron Vari para distinguirme de mi padre, que también era Evaristo. Pero si ahora me llaman Evaristo me suena un poco raro, ja, ja.

—Acaba de clausurar una exposición antológica en Madrid.

—Sí, ha sido muy dulce todo, una maravilla. Ya llevo más de 40 años metido en esta verbena. De vez en cuando viene bien una palmadita en la espalda. Últimamente me daba la sensación de que ya no tenía que hacer más fotos. Y esta exposición me ha reseteado un poquito y ahora siento ganas de hacer alguna cosilla más.

—Se murió Ouka Leele...

—Sí, una pena. Yo la conocía, aunque nos veíamos de pascuas en flores.

—Parece que todo lo que tiene que ver con la Movida adquiere siempre una relevancia mayor.

—Quizás coincide que se habla más de esa época porque fue muy pintoresca, muy fresca, muy salvaje, muy interesante. Aquí se vivió con gran intensidad. Había una exposición, iba todo el mundo; había un concierto, iba todo el mundo. Yo la recuerdo con mucho cariño. También éramos más jóvenes y teníamos más ilusión.

—A la Movida se le critica que hubo mucha diversión, pero poco compromiso.

—Sí, tiene ese componente hedonista, un poco superficial, pero eso no significa que ese movimiento no fuera necesario. Yo creo que lo que trajo fue positivo. Un despertar a muchas cosas.

—Su primera cámara ¿se la regaló su padre?

—Sí, para que fotografiara sus pinturas y piezas de hierro forjado.

—Le cambió la vida.

—Me hizo un gran favor, porque dio en el clavo. Me enganchó y me apasioné. Yo siempre fui muy curioso y la fotografía siempre me pareció una herramienta perfecta para hurgar en esa curiosidad. Y me ha ayudado a ver el mundo de otra manera. Me enganché de una forma drogadíctica.

—Encontró una forma de expresión.

—Sí, aunque al principio das palos de ciego. Yo me organizaba por series. Pensaba en una cosa, animales, por ejemplo, y solo veía animales... Me dejaba ir y le iba dando forma a ese poemario visual.

—Y encontró un entorno al que su trabajo le gustó.

—Pero es que yo nunca he considerado esto como un trabajo; para mí era un juego maravilloso y nunca he pretendido vivir de la fotografía, aunque ahora podría decir que no puedo vivir sin ella. Es que la fotografía es algo solo para románticos. Mi padre decía que yo era un impráctico, porque sabía que esto no me iba a dar de comer.

—Pero sí que le dio.

—Pero sin lujos, ¿eh? Hubo momentos en los que lo pasé muy mal, aunque siga creyendo en tu trabajo, en tu mundo.

—El dinero siempre es el problema pequeño.

—Yo creo que sí. Evidentemente, para mí nunca fue lo fundamental. Si no tenía dinero, compraba menos rollos. Siempre fui trampeando. Y hoy en día, lo mismo.

pilar canicoba

—¿Cuándo supo que la fotografía sería su vida?

—No sabría decirlo, pero sí puedo decir que el enganche lo tengo desde que empecé. Hubo momentos en los que la pasión se consolidó. Recuerdo un libro que me trajeron de Francia que se llama París de nuit, de Brassai. Lo recuerdo como algo impactante. Pensé: «Yo quiero hacer esto». Pero no fue solo eso, hubo más cosas. Una te lleva a la otra.

—¿Siempre lleva una cámara?

—Últimamente no.

—¿Usa el móvil?

—Con el móvil casi solo le hago fotos a mi nieto. A no ser que vea algo muy interesante. Algunas veces me paro y hago una foto, como si fuera un apunte. Y pienso: «Tengo que volver por aquí con la cámara. Pero la magia de las cosas es instantánea. Y cuando vuelves con la cámara ya no es lo mismo.

—¿Y revela?

—Hace unos años que dejé el laboratorio. Sigo usando la película y no tengo cámara digital. Las películas las mando a revelar. Yo, mientras haya rollo, tiro del rollo. La película tiene una magia, una textura, un colorido... sobre todo una atmósfera que yo creo que no me la daría el digital. Y además, ¿qué más da? Cualquier fórmula es buena si te funciona. A mí me funciona esta así que, ¿para qué voy a cambiar?

—Pero dejó el blanco y negro y se pasó al color.

—Bueno, aquello fue terapéutico, lo necesitaba. Fue en el 2000. Llevaba 20 años haciendo series en blanco y negro y la verdad es que estaba hasta los huevos de que me etiquetaran. Que si realismo mágico, que si documentalismo onírico, yo que sé la cantidad de rollos que me ponían. Y tenía ganas de transitar al color. Creo que lo necesitaba hasta físicamente. Me costó, pero fue muy gratificante. De todos modos, nunca dejaré de hacer fotos en blanco y negro.

—El retrato no lo ha cultivado.

—Es una asignatura pendiente. Los he hecho, sobre todo a artistas en su estudio, pero nunca los he expuesto. El retrato es muy difícil porque es algo más que hacer una foto bonita de alguien. Hay que capturar su magia, su aura. Si no le he hecho más es por un cierto pudor.

—¿Celta o Dépor?

—Deportivo. Yo digo que soy ferrolñés, porque nací en Ferrol pero vine a Coruña a los 10 años. Así que soy del Dépor y del Rácing.

—Hágase una pequeña autodefinición.

—Soy bulímicamente curioso. Y si una cosa me gusta, soy muy constante e hipercrítico conmigo mismo.

—Y una breve definición de Galicia.

—Galicia es una mezcla entre Cunqueiro, Maruja Mallo, Antón Reixa y la Panorama. (Lo piensa un segundo y se troncha de risa).

—¿Qué le gusta hacer por placer?

—Me gusta mucho el agua: nadar, flotar. Todo lo que genera el agua, me encanta.

—Dígame algo que hace mal y que le gustaría mejorar.

—Se me ocurren varias cosas. Me gustaría quitarle importancia a cosas que no la tienen. A veces no soy capaz de relativizar.

—Una canción.

My Way, de Frank Sinatra.

—Dicen que es un gran aficionado al jazz.

—Sí, el jazz es fundamental en mi vida y yo diría que en mi trabajo. Yo sin swing no funciono, ja, ja. Me hace falta.

—Si mañana vinieran los nazis a quemarle su discoteca y solo pudiera salvar un disco...

Kulu se mama, de John Coltrane. Me marcó. También porque está relacionado con cuando conocí a mi mujer. Es una joya, como todos los discos de Coltrane.

—¿Qué es lo más importante en la vida?

—Estar en paz. Contigo mismo y con los que te rodean. Eso es el summum. Pero es muy difícil.