El pueblo de postal que se abre en toda una fantasía musical
CULTURA
Música en Segura fundió el sonido de artistas como El Niño de Elche, Pablo Barragán y Ensemble Ouranos con la naturaleza y el patrimonio de la localidad jienense de Segura de la Sierra
30 may 2022 . Actualizado a las 10:42 h.Cuando el viajero se va acercando, Segura de la Sierra impresiona. Erigido sobre una montaña, con casas blancas escalonadas y un hermoso castillo coronando el alto, se trata de un pueblo de postal. Desde 2014 esa postal se despliega durante unos días. Surge así, en el lugar más silencioso del mundo, el sonido. O más bien, los sonidos. Los del festival Música en Segura, uno de los encuentros musicales más singulares que se celebran en España. Mira en múltiples direcciones y todas ellas, finalmente, derivan hacia el mismo sitio: el de las voces y los instrumentos fundiéndose con el patrimonio y el paisaje de este pequeño paraíso de la Sierra de Segura, en Jaén. Ayer cerraba el primer episodio de este año
El evento retomaba la normalidad tras la parálisis pandémica. Había ganas de que Música en Segura se expandiera en la localidad de la que toma el nombre y otras limítrofes. Lo hizo con 16 actuaciones dentro de una propuesta cuyo tronco es la música clásica. Luego, las ramas llevan a territorios tan insospechados como el jazz de vanguardia, la deconstrucción del flamenco y la revisión de la zarzuela con autotune. Por ello, en realidad, el festival lo que propone es un dejarse ir. Que todo fluya. Que los oídos se entreguen al placer, mientras los ojos completan la experiencia. Así es como llegó el alegato antifascista de Dimitri Shostakóvich a través de los vientos del Ensemble Ouranos, quinteto francés de viento que actuó sobre el escenario medieval del castillo. O poco después, ya en la Iglesia de los Jesuitas del pueblo, la propuesta de Moisés Sánchez Quintet, capaz de llevar la idea de la locura a una música selvática. Pero, al tiempo, lograr que suene suave, como una pluma de efecto ensoñador gracias a la voz de Cristina Mora.
Casi todos los conciertos mostraban un punto divulgativo e informal. Es música culta, pero para un público con pantalones cortos y calzado de senderismo, encantado de descontextualizar lo que es su universo sonoro o abrirlo en nuevas direcciones. Y experiencias. Hubo mucho de atrapar los sentidos en instantes únicos. Un ejemplo perfecto fueron las sesiones de la Fundación Alqvimia Musicae en los baños árabes del pueblo. Un espacio iluminado por luces caleidoscópicas el servicio de su música espiritual. O también el concierto-desayuno al amanecer de José Antonio Domené en la aldea de La Hueta. Mientras el arpista invocaba a Händel, el sol saliente acariciaba los pómulos de los espectadores al tiempo que cantaba el gallo. La fotografía de más de un centenar de espectadores a las 7.30 horas embelesados por ello simboliza el sueño musical ideal del director del evento, Daniel Broncano (hermano del humorista David), mejor que nada.
«Aquí viene un público omnívoro cultural, que suele comprar lo que le proponemos», explicaba. Los abonos agotados y las reservas de alojamientos rurales de un año para otro, sin saber el cartel, le dan la razón. Los asistentes de este año presenciaron conciertos memorables. Uno de ellos fue el de El Niño de Elche, celebrando sus bodas de plata con el flamenco en la cooperativa de aceite de Orcera, otro espacio de lo más singular. Con un velo blanco simbolizando la alianza, atacó junto a los guitarristas Raúl Cantizano y Mariano Campallo diferentes palos del género. Entre lo hipnótico y lo ceremonial, se hartó a recibir aplausos. Lo mismo le ocurrió al clarinetista Pablo Barragán. Expandió magia en la Iglesia de los Jesuitas con su recorrido por diferentes danzas —de Brahms a Bartók, pasando por Falla—, respaldado por la orquesta de cuerdas Camerata Penedés. Otro que tuvo que tuvo que estirar su pase a petición del público, repitiendo la Danza ritual del fuego del Amor Brujo.
Sorprendente fue para los profanos En Alas del espíritu de José Hernández Pastor. Un concierto de canto gregoriano, en el que su voz y su teatralidad mística sugería una conexión divina. Las admiraciones se multiplicaron con Héroes o bestias, una zarzuela contemporánea. Música electrónica, pañoletas, stories de Instagram y la Guerra Civil convertida en trending topic en el siglo XXI. Frente a tal heterodoxia, el contrapunto lo puso la Orquesta Barroca de Sevilla proponiendo un viaje al edén musical de Bach, Händel y Corelli.
El festival concluía ayer con otra representación sin igual: una recopilación de los antiguos cantares de mercados en una pieza teatral. Fue junto a María de la Flor y el concierto de Camerata Penedés el broche final. Segura de la Sierra retorna al silencio. Por poco tiempo. En julio la postal volverá a sonar. Los días 29 y 30 de julio tendrá lugar la segunda parte de Música en Segura con María Rodés, Martín García, Cuarteto Cosmos, New York Gipsy All Stars Armonía de las Esferas. Y en noviembre, más con Juan Pérez Floristán, Ego Rex - Artefactum y Trío Albéniz.