Francisco Narla : «Como imperio, España no lo hizo tan mal como dice la leyenda negra»

lucía blanco LUGO / LA VOZ

CULTURA

Narla presenta la octava novela de su consolidada carrera literaria en el ámbito del género histórico.
Narla presenta la octava novela de su consolidada carrera literaria en el ámbito del género histórico. Carlos Castro

El escritor presenta «Balvanera», que novela el mayor robo de la historia a la flota de Indias. Este martes estará en la librería Santos Ochoa en A Coruña

21 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Mi madre era puta y mi padre era inglés». Estas son las primeras líneas de la nueva narración de Francisco Narla (Lugo, 1978). Balvanera relata un robo a la flota de Indias protagonizado por cuatro peculiares personajes y que traslada al lector al Yucatán del siglo XVI. Este martes, a las 19.30 horas, presenta su novela en la librería Santos Ochoa en A Coruña (calle Teresa Herrera).

—¿Cómo surgió la trama?

—Hay dos elementos catalizadores. Uno, escuché hablar a Lorenzo Caprile sobre la moda de vestir «a la española» que caracterizó a la Europa del siglo XVI. No es una cuestión religiosa o moral, que era la idea común, y eso me llamó mucho la atención. Y luego tuve la oportunidad de conocer al nieto de León Portilla, que tiene un libro con la visión de la reconquista desde el punto de vista indígena. Y ambas cosas me dieron un escenario que maduró y acabó generando lo que hoy es la novela.

—¿Qué relevancia tiene la flota de Indias en la historia?

—El real de a ocho fue la primera moneda universal. Podías pagar, por primera vez, en cualquier lugar del mundo, gracias a la flota de Indias y el trasiego de barcos.

—El libro intenta dar un futuro a alguien que no tiene nada.

—Se me ocurrió por Cervantes. Una frase suya hablando del siglo XVI dice: «El apellido espantaba el hambre». Me pareció increíble y es algo que sigue presente en Galicia de una manera profunda. En el siglo XVI con el apellido demostrabas que no tenías antecedentes judíos o moros y eso te garantizaba la mayoría de veces un trabajo. El protagonista es el hijo de una prostituta y un pirata inglés que no tiene futuro. La novela cuenta cómo alguien intenta ganarse la vida de forma honrada gracias a ese comercio incipiente de la flota de Indias, pero todo saldrá mal. Y ahí comienza la historia.

—Además del principal, hay otros tres personajes icónicos. ¿Cómo fue la elección?

—El hijo de la prostituta es fiel representante de su tiempo y lugar. Con el peso del enfrentamiento entre franciscanos y dominicos, la religión tiene un impacto enorme en cómo se desarrollará el futuro. Tenía que haber un fraile que reflejase eso. También un niño que reflejara todas las aristas de la conquista, que quisiera odiar a los españoles por ocupar su país, pero que le debe la vida a uno de ellos. Y el último es la prostituta beata, una contradicción que le da carácter. Además, es muy interesante desde el punto de vista histórico porque hay una mención en una crónica que dice que se favorecen los prostíbulos en las nuevas tierras para evitar que peligre el honor de doncellas.

—¿Cómo fue el proceso de documentación?

—Largo, duro, complejo y con mucha humildad. Normalmente, tardo un par de años en escribir una novela, de los cuales uno y medio es hablar con catedráticos, buscar expertos.... He estado con navegantes, pescadores, luchadores. Tienes que conocer lo mejor posible el momento para hablar con propiedad y seriedad.

—La conquista es uno de los episodios históricos más polémicos. ¿Cambió su percepción tras escribir el libro?

—No, porque antes, como aficionado de la historia, ya había leído mucho. Lo que he aprendido durante la preparación de Balvanera ratificó lo que sabía. Como imperio, España no lo hizo tan mal como dice la leyenda negra, ni tan bien como dice la leyenda rosa. Y, por último, hay cosas de las que nos hemos olvidado, como que España fue un imperio generador. Por ejemplo, había más hospitales, universidades e imprentas en la América del siglo XVI que en la del siglo XXI.

«Cuando el público te acepta es difícil cambiar»

Aunque inspiración no le falta, reconoce que es complicado «construir una trama dentro de un escenario determinado que tenga posibilidades como novela y como historia». Sin embargo, Narla —consolidado como uno de los autores más versátiles de novela histórica del ámbito español— vuelve a dibujar un escenario en el que la ficción es protagonista de un relato que se centra en la Nueva España.

—Firma su octava novela, de nuevo histórica. ¿Se ha instalado en este género?

—A mí se me ocurren ideas sobre muchas cosas, soy contador de historias, pero el público me ha aceptado en el género histórico. En general, como artista, cuando el público te acepta en algo es difícil cambiar. Lo que importa como autor es narrar tramas que me gustaría leer como lector. A partir de ese momento, teniendo en cuenta que me encanta este tipo de novela, no me importaría seguir escribiendo sobre historia toda mi vida.

—¿Qué valor tiene el rigor histórico frente a la trama?

—Yo soy muy riguroso y me exijo mucho en temas históricos para que todo en el relato tenga sentido y cuadre con su momento y su tiempo. Me exijo conocer en profundidad los temas de los que hablo, pero eso no significa que estos aspectos deban estar por encima de lo importante: lo importante es la novela, el desarrollo de los personajes.

—Asegura que el escritor debe dejar algo de sí mismo en sus obras. ¿Qué deja usted en «Balvanera»?

—En la obra está parte de mi vida. Influyen las grandes lecturas de mi juventud y de mi infancia como la saga Cienfuegos de Alberto Vázquez-Figueroa. Además, la península de Yucatán la conozco muy bien gracias a mis tiempos como piloto. Entonces, todo eso se tiene que volcar a la hora de escribir y de hablar de los territorios y de los personajes, tanto tu experiencia interna como la externa. Al final, con lo que se va a reconocer el lector es con la humanidad que tienen los personajes. Y eso se consigue siendo honesto.