El músico británico recordó en Santiago cuando era un saltimbanqui, sin dar un solo salto y ofreciendo una lección de cómo debe ser un «showman» del pop
09 jul 2023 . Actualizado a las 21:58 h.Eso de «quien tuvo retuvo» parece que se haya creado para casos como el de Robbie Williams. Como gran estrella del Gozo Fest, el británico se plantó en el escenario de O Monte do Gozo con una cresta plateada, 49 años y la capacidad de mirar atrás y recordar a aquel saltimbanqui del pop que fue. Eso sí, sin apenas saltar y dosificando su guionizada locura de manera tan eficaz que todo fluyó como la seda, como si no estuviera preparado. Entre el monologuista y el clown, enlazó un puñado de temas estupendamente colocados, cantados y tocados. Revisó su carrera. Se rio de sí mismo. Se redimió públicamente de sus pecados de juventud. Y, sobre todo, encantó a una audiencia que se dejó deslumbrar por sus lentejuelas doradas desde el primer momento.
Dibujando una silueta como la de Elvis Presley en el arranque de Hey Wow Yeah Yeah. Soltando un «soy el puto Robbie Williams, esta es mi banda y este mi culo» nada más terminar. Y poniéndose en modo James Brown, propulsado por vientos y apoteósicos coros femeninos en un Let Me Entertain You que fundíría con el clásico soulero Land of 100 Dances. Con solo eso ya tenía al auditorio coreando su nombre, lanzándole corazones incondicionales y diciéndole que estaban totalmente en sus manos. Partiendo de ahí, Robbie abrió su abanico de recursos para teatralizar el show, buscando cómplices en el público para desarrollar su humor, coqueteando con cara de travieso con las primeras filas y autoparodiándose.
Sí, porque viajó a los tiempos de Take That mostrando el vídeo de Do What You Like, en el que sale su trasero, e interpretando el tema. También rememorando el día que cogió «el coche y una bolsa de cocaína» y se largó al festival de Glastonbury a conocer a Oasis con una emocionante lectura de su Don't Look Back In Anger. Pero sobre todo, recreando lo mejor de su repertorio con una recta final tremenda. Primero, el baladón de Feel con su inevitable mar de móviles encendidos. Después, un explosivo Kids llevado al cielo con una de sus coristas recreando el dueto original con Kylie Minogue de manera fantástica. De ahí al Rock DJ final, tan emblemático como poderoso para cerrar el concierto.
En los bises se marcó un discurso sobre sus problemas de depresión y como los quiso ocultar con drogas, alcohol y sexo que tocó la fibra de sus fans. Y como a ese canallita pero buen tío al que se le perdona todo, Santiago aplaudió su actual vida de casado abstemio y con cuatro hijos, aunque bromea que no recuerda sus nombres. Antes de que dijera adiós con Angels y dejase a todos con sensación de plenitud ante lo presenciado.