Lúa Mosquetera: «Soy filóloga y tengo lenguaje de sobra, pero uso uno muy simple y bastante soez»

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Aparte de los libros, Lúa Mosquetera dirige un club de bordado en A Coruña. Surgió inspirado en asociaciones similares de Argentina y México que se reúnen semanalmente.
Aparte de los libros, Lúa Mosquetera dirige un club de bordado en A Coruña. Surgió inspirado en asociaciones similares de Argentina y México que se reúnen semanalmente. ANGEL MANSO

La poeta presentará su nuevo poemario dentro de una gira en teatros y dice no tener vocación alternativa: «Lo romantizamos mucho, pero yo quiero ser Melendi»

10 jun 2024 . Actualizado a las 21:33 h.

Dice Lúa Mosquetera (Miño, 1988) que algunas lectoras le comentan que tienen la sensación de que cualquiera podría haber escrito sus poemas, incluso ellas. «A otro artista seguramente le parezca una ofensa. A mí no. Me parece un halago», asegura. «Lo mejor que puedes despertar en alguien no es admiración, sino inspiración», añade. Y en esa poesía suya, en la que se mezclan viejos SMS anotados en libretas, pensamientos que rodean bolas de espejos y remordimientos con sabor a bollería industrial, la conexión se da de manera instantánea.

Son parte de las imágenes que nutren El latido es un baile que siento que me estoy perdiendo, su última obra. Antes estuvieron los poemarios Rasrás (2018), Aunque seas rara y seas pájaro (2020) y Espíderman (Galaxia, 2022), además de la novela ¡Yo vivo! (La Moderna, 2023). En su nuevo libro, que define como «un artefacto artístico», vuelve a la poesía. Su título hace referencia a lo que escuchaba desde el baño, cuando paraba un momento en su antiguo trabajo de camarera en discotecas. Le invadía  ahí una sensación total de soledad: «Nunca había hablado mucho de esto en mis libros anteriores, pero estuve 15 años trabajando en hostelería —recuerda la escritora—. Supongo que había una parte de mí que quería olvidarlo. Fue una época dura. Me tuve que poner a trabajar muy joven para sobrevivir y, cuando estaba ahí, me planteaba si me iba a quedar atrapada en ese sitio para siempre y no iba a ser solo un trabajo de paso».

Salió. Pero su alma se quedó enredada en muchas de las cosas que ocurrieron entonces. La muerte de su madre cuando solo tenía 18 años. La consciencia de la pérdida que la revoloteaba de continuo. Y la necesidad de apretar la mandíbula mientras el mundo bailaba. «Entonces empecé a acumular recuerdos en papel y dejar por escrito cosas, porque sabía que volver a ellos en algún momento me iba a gusta —recuerda—. El no haberlos acumulado antes y volver a ello y tener las manos vacías, me llevó a ello desde entonces».

Por ese motivo en este libro —configurado como un collage no solo de poemas, sino de imágenes— aparecen muchos de esos recuerdos. Desde el carné de la biblioteca a las fotos de esas sonrisas que no caben en la cara. Desde anillas de refrescos pegadas en cartones con corazones dibujados a tiques de la discoteca Ruta de Santiago. «Yo defiendo que todo es poesía en potencia, solo hay que ponerlo en el escenario adecuado. Por eso el libro es tan gráfico. Con un escenario amable resulta más fácil acercarse a la poesía. Es un género complicado y yo hago todo lo posible para que sea más fácil. Es como el spoken word [forma de recitar poemas con apoyo de música o teatro], con lo que puedes llegar a la gente a la que normalmente no le gusta la poesía».

Esa modalidad la explota en los escenarios con su pareja, el músico Pablo Seijas. De hecho, el nuevo volumen lo presentará en una gira de teatros en Galicia. Ya están confirmadas fechas en Vigo (el 14 de marzo, Teatro Afundación) y Santiago (16 de marzo, Teatro Abanca). «La música aporta muchísimo, un factor emocional que se suma al texto. Los poemas que hago ahora nacen con la música de la mano. Ya no digo escribir, sino componer. Es como una canción». Además de ello, también colabora con el grupo de rock Bala.

Lúa Mosquetera junto Bala en el programa  Un país para escucharlo
Lúa Mosquetera junto Bala en el programa Un país para escucharlo .

En las piezas que formarán parte de esos recitales brotan versos como estos: «Hay días que solo soy / el envoltorio de un bollycao / que un día hizo disfrutar a alguien». Lúa dice que se acordó del envoltorio del bollycao bombón («era dorado y me encantaba») para retratar ese momento en el que sientes «que el mundo es injusto y quieres estallar». Lo publicó en las redes sociales. «Conectó mucho, sobre todo con mujeres y por eso lo incluí», dice esta poeta sobre la que siempre sobrevuela la etiqueta de outsider. Precisamente, por todo lo antedicho.

¿Se siente en la periferia? «Cuando me editó Galaxia me sacaron en la colección heterodoxos como poeta underground —comenta—. Si soy outsider creo que tiene que ver con los temas tratados. Sé que hay compañeros de profesión a los que lo mío no les parece válido, que consideran que no tengo el nivel suficiente. No sé el motivo. Lo que hago tiene que ver con lo cotidiano. Lo más tangible y lo menos filosófico y profundo. Y sí que pasa. Supongo que tiene que ver con mi estética y mi lenguaje. Soy filóloga y tengo lenguaje de sobra, pero empleo uno muy simple y bastante soez, porque uso palabrotas. Eso sí, nadie del underground quiere estar en el underground. Lo romantizamos mucho, pero yo quiero ser Melendi», ríe.